Ante el malvado, si el pastor calla por diplomacia se expone a permitir que las ovejas marchen hacia la perdición.
No hay que juzgar al cristianismo a base de observar la conducta de sus pastores. Es como pensar que el cristianismo es una institución burocrática que ha tenido que transar tantas veces en la historia, por diplomacia. Es como pensar que la Iglesia, el cristianismo, son sus pastores.
Los pastores son necesarios. El cristianismo vive en los miembros de la comunidad, como individuos y como comunidad.
El verdadero pastor es Cristo. Los pastores le facilitan a los cristianos su vida de fe en Cristo y con Cristo.
Los pastores tienen que alternar y compartir con los malvados, los que llevan una vida de pecado. Lo tienen que hacer siguiendo el ejemplo de Jesús.
No hay duda sobre el papel de Jesús entre los pecadores cuando comía y bebía y compartía con ellos.
Otra cosa es la diplomacia.
Los hay que se van a los extremos. Está el que siembra discordia en la comunidad cristiana a nombre de unas certezas intelectuales (aborto, marxismo); o de unas tradiciones piadosas, devocionales.
Cada uno tiene derecho a sus opiniones. Hay una pluralidad de modos de vivir el cristianismo y cada uno tiene derecho a expresar a su manera la experiencia de la fe.
Otra cosa es, a un extremo la diplomacia y al otro, sembrar rencores y odio.
Jesús vino a anunciar el Reino de Dios y su justicia.
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