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Domingo 32, Tiempo Ordinario, Ciclo C




Primera Lectura
Segundo Libro de Macabeos 7,1-2.9-14. La primera lectura de hoy narra un episodio dentro de la historia de la persecución de Antíoco Epifanes en que una madre es traída para renegar de su fe judía, comiendo lo prohibido. Le acompañan sus hijos. Se les insta a comer cerdo, cosa prohibida por la Ley. Estamos dispuestos a morir, antes que violar las leyes de nuestros padres, dice el mayor. A continuación es torturado y antes de dar el último suspiro le dice al rey, “Tú, malvado, nos privas de la vida presente, pero el Rey del universo nos resucitará a una vida eterna, ya que nosotros morimos por sus leyes”. Lo mismo sucede con el otro hermano que al morir también dice, “Yo he recibido estos miembros como un don del Cielo, pero ahora los desprecio por amor a sus leyes y espero recibirlos nuevamente de él”. Y así, hasta el cuarto hijo. Este último también repite la fórmula antes de morir: “Es preferible morir a manos de los hombres, con la esperanza puesta en Dios de ser resucitados por él. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida”. 
El primero anuncia el tema que luego encontraremos en el evangelio de hoy: la resurrección. Dios nos resucitará a la vida eterna si le somos fieles. El otro añade: recibiremos un cuerpo nuevo el día de la resurrección. El último termina: los malvados no resucitarán a la vida eterna. 
Lo anterior evoca un cuestionarnos sobre la existencia del infierno. Si los malvados no resucitan, entonces no hay infierno. Repetidamente encontraremos, me parece, esta idea en otros lugares de los evangelios. 
Claro, este es un texto de un libro del Antiguo Testamento. En todo caso sirve de trasfondo a la discusión que se daba en época de Jesús. Un grupo de entre los letrados y los estudiosos judíos no creían en la resurrección y ellos, al saber de la predicación de Jesús, vendrán a dialogar con él. Los fariseos por su parte sí creían en la resurrección. 


Aparte de lo anterior, algunos estudiosos argumentan (con datos) que el episodio de los Macabeos en esta primera lectura se da en el contexto de una guerra civil entre judíos liberales y judíos conservadores. Los liberales se aliaron a los poderes establecidos de los helenistas de Antíoco Epifanes. Consideraron que eso de la circuncisión y la prohibición de comer cerdo era algo sin importancia. Adoptaron un estilo de vida griego y colaboraron para construir un gimnasio en Jerusalén en que se presentaban desnudos como lo hacían los invasores. 
 Por eso el pasaje se da en el contexto de un rechazo, no tanto de Antíoco, cuanto de los judíos traidores que apoyan ese nuevo estilo de vida al modo griego.

Mujer adúltera antes de ser apedreada.

La situación de los judíos en época de Antíoco es parecida a la de los musulmanes conservadores y los liberales. Unos dejan atrás los signos externos de la tradición y otros consideran eso una abominación. Los conservadores pueden llegar a tomar medidas extremas, como sabemos.


Los libros de los Macabeos no fueron reconocidos como auténticos por los luteranos y por eso no fueron incluidos en las traducciones a las lenguas comunes como la nuestra, la hecha al castellano de Reina Valera. 
En época de Lutero se descubrió la Escritura en griego, ya que hasta entonces sólo se conocía en la versión del latín. Erasmo de Rotterdam aprovechó la invención de la imprenta para publicar un Nuevo Testamento en griego. 
Durante la Edad Media se sabía de la existencia del canon hebreo, la biblia hebrea, equivalente al Antiguo Testamento cristiano. Macabeos no está en esa versión o canon de libros. 
En aquella época, cuando se sentía una necesidad (Erasmo, Tomás Moro, Juan Luis Vives) a una vuelta a la autenticidad de los evangelios y la predicación original, fue natural que los “progresistas” decidieran eliminar a Macabeos en las traducciones. 
Más tarde, gracias a los estudios bíblicos, los católicos han señalado que la versión hebrea medieval data del siglo 7° después de Cristo. Pero Macabeos está ya en la versión griega producida antes de Cristo por los Setenta sabios hebreos de Alejandría.
Recuerde el lector que en términos de los estudios bíblicos estoy simplificando y no soy experto. Hubo hasta cuatro libros de Macabeos, de los que se aceptaron dos por parte de la versión de los Setenta y los católicos. 
El rechazo de Macabeos en época de Lutero también obedeció a que en sus textos aparece la exhortación de orar por los muertos. Esto querría decir que la salvación no es sólo asunto de fe, sino de “la comunión de los santos”, es decir, de las oraciones mutuas entre los cristianos. La fe por sí sola no bastaría, tesis que para los luteranos y calvinistas no tenía sentido a la luz de los evangelios y las cartas de San Pablo.
Pero lo que de veras enardeció la denuncia de las prácticas medievales fue la devoción a las reliquias de los santos. Era algo supersticioso. Las reliquias eran vistas en sí mismas como objetos con poderes milagrosos. Bastaba tocar al enfermo con la reliquia y quedaba curado. No había consideración de fe cristiana como relación con Dios. 

Que Roma a la larga ha reconocido que las cosas no son en blanco y negro lo vemos en la Declaración Conjunta de católicos y luteranos en Roma del 31 de octubre de 1999 y luego, la oración solidaria de Papa Francisco en Suecia esta semana. 
La unión entre los cristianos no es asunto de definiciones y dogmas, o de fe pensada. La fe, como el amor, no es asunto de ponerse a pensar. Si se piensa mucho, es que no hay amor; lo mismo, la fe. Cuando hay fe, hay regocijo y espontáneamente celebramos juntos.  


Salmo responsorial
Salmo 17(16),1.5-6.8.15. Con el salmista clamamos a Dios. Somos personas sin dobleces, firmes en la fidelidad a Dios. Le invocamos seguros de que nos escuchará y nos dará refugio a la sombra de sus alas. Al despertar, como los polluelos, nos alegraremos al encontrarnos junto a Dios. 
Despertar junto a Dios: una imagen de la resurrección.


Segunda Lectura
Segunda Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 2,16-17.3,1-5. En este pasaje el apóstol reza por los tesalonicenses que estarán escuchando la lectura de su carta. Invoca una bendición sobre ellos, para que Dios los consuele internamente y les de la fuerza para dar el testimonio de su fe mediante palabras y obras buenas. Que Dios les libre de los hombres perversos, porque no todos tienen fe, “la fe no es de todos”. Que el Señor dirija todo en sus corazones “para que améis a Dios y esperéis en Cristo”.  
Parece que Pablo se refiere también a la situación de persecución, frente a la que hay que mantenerse firme en la fe “mediante palabras y obras buenas”. Todavía hoy están los que creen que eso es ser menso, tonto, porque hay que pasar a la agresividad frente a los enemigos de la moral cristiana. 
Entre las comunidades a las que Pablo escribe habían fuertes divisiones internas. Quizás entre los mismos cristianos tesalonicenses era que estaban esos mismos hombres perversos, porque no todos tienen fe. Pablo mismo escribe en otras cartas que a duras penas pudo escapar de algunos de esos grupos “cristianos”. 

Desde los comienzos, al interior de las comunidades cristianas hubo fuertes diferencias de opinión entre grupos de diversas persuasiones respecto a nuestra fe. El rompimiento que representó Lutero en occidente no fue algo que contrastase con más de un milenio de unidad. Eso no es cierto. Ahí está la diversidad de iglesias en oriente y en occidente, lo mismo que el desarrollo de diversas iglesias durante el primer milenio, como los monjes celtas, los mozárabes, los galos, los germanos, los pueblos eslavos, que todavía andan divididos entre Roma, Moscú, Istanbul. Todavía persisten iglesias arrianas, así sucesivamente. 

La policía tuvo que intervenir cuando se formó la trifulca.
Unos años atrás se entraron a los puños en el mismo templo de la Resurrección en Jerusalén. Aparte de eso, es un hecho que diversos grupos cristianos celebran la Pascua en diferentes fechas, lo que en Jerusalén se ve claro. Al menos católicos y protestantes tenemos el mismo calendario.

A pesar de las diferencias que han habido hay una unidad en la diferencia, la unidad que da la fe, Jesús. Las interpretaciones pueden variar, como siempre hay variedad de opiniones sobre una persona, sobre una doctrina. La doctrina fundamental es la misma.
Si alguien demuestra ser persona de intención clara, transparente, como buen cristiano, eso se verá, no importa de qué variedad de cristianismo. Y no tendrá que buscarse problemas por su cuenta. Como en las películas de vaqueros en la cantina, otros vendrán a confrontarle. 
A esos dirige Pablo su bendición, para que se mantengan firmes frente al mal. La violencia no es de cristianos.




Tercera Lectura
Evangelio según San Lucas 20,27-38. En el pasaje del evangelio de hoy unos saduceos le plantean a Jesús un ejemplo para ver qué contesta. Los saduceos no creían en la resurrección. Le presentan el ejemplo como una manera indirecta de demostrar la falsedad de la fe en la resurrección. Le proponen el caso de una mujer que queda viuda y que entonces es tomada por esposa por su cuñado. “Moisés nos dejó escrito”, dicen, «Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano»”. Pero el segundo esposo se muere, sin dejar hijos tampoco. Entonces se casa ella con el siguiente hermano y pasa lo mismo; y el siguiente hermano, y el siguiente, siempre quedando viuda sin hijos. Al final ella muere. Si todos resucitan, de quién será ella esposa en el más allá, preguntan los saduceos. Jesús entonces les contesta que los que sean dignos de la resurrección no se casarán porque no pueden morir y serán como ángeles. “Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: «Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob.» No es Dios de muertos sino de vivos: porque para él todos están vivos,” termina la lectura.

Hay varios puntos que pueden glosarse en el evangelio de hoy. 
(1) El hermano de la viuda estaba obligado con ella, debía casarse con ella. Entonces el rey Enrique VIII no debió haber tenido cargo de conciencia por haberse casado con la viuda de su hermano. 
(2) Jesús implica que la resurrección es como un premio al referirse a “los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección”. No todos resucitarán, sólo los justos. 
(3) No hay relación lógica entre (a) no poder morir, (b) no casarse, (c) ser como ángeles. Pero eso es lo que dice Jesús en su contestación. No soy experto en Biblia. Pueden ser palabras puestas en boca de Jesús.
(4) En su contestación Jesús también dice que para Moisés todos están vivos, Abrahán, Isaac y Jacob. Pero decir que es el Dios de Abrahán no quiere decir que literalmente Abrahán esté vivo. 
(5) Por fe podemos aceptar esto a pesar de la falta de lógica. 


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Lo cierto es que en el Viejo Testamento no hay evidencia de creer en la resurrección. Las referencias a este tema aparecen en los textos más tardíos, de influencia helenística. Otros textos que a veces se usan para señalar la creencia en la resurrección (como el de hoy mismo respecto a Moisés) en realidad son ambiguos. 
Por eso la resurrección era un tema de discusión en época de Jesús. 

Hoy día los judíos pueden practicar su fe sin tener que creer en la resurrección. 
Para los cristianos la resurrección es elemento fundamental de nuestra fe. 

Si Cristo no está vivo en este momento, entonces nos engañamos si creemos que tenemos una relación personal con él. Hablar de la presencia viva de Cristo en nuestra vida no tiene sentido.
El Cristo vivo es el resucitado. No es el de las imágenes de Semana Santa.
Si Cristo no vive, porque no hay resurrección, entonces podríamos seguir siendo cristianos, sí, pero nuestra fe tendría otro sentido. 
Cierto, se puede seguir siendo cristiano sin creer en la resurrección, como los que son cristianos sin creer en la Santísima Trinidad (los Unitarios, que fueron tan numerosos en época de la Reforma). 
Quizás el cristianismo continuaría, pero no así el catolicismo, ni el cristianismo de las iglesias históricas. 
Quizás es posible un cristianismo agnóstico, aunque vaya contra la lógica.

“Una fe que no duda, no es verdadera fe,”decía Unamuno.
Dudar es estar vivo.
Seamos valientes al explorar posibilidades mediante ensayos mentales, como hacen los físicos en su exploración del universo.



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