Wibrandis Rosenblatt fue una de esas mujeres interesantes de la historia. No escribió, ni realizó ejecutorias particulares, pero sí fue la esposa que le dio apoyo a tres teólogos destacados de la Reforma protestante.
Primero se casó con Ecolampadio.
Ecolampadio |
Juan Ecolampadio fue un estudioso, conocedor del hebreo y del griego y dictó cátedra en varias universidades. Una vez conoció a Lutero se convirtió decididamente a las ideas de la Reforma y se destacó por sus críticas elocuentes de los abusos del clero de su época. Erasmo lo admiró y así se lo dejó saber a sus amigos. Siendo profesor en la Universidad de Basilea, Ecolampadio participó en varias actividades públicas como disputas y otros debates, con lo que dejó convencidas a las autoridades de la ciudad de la necesidad de una reforma. Fue entonces cuando se casó con Wibrandis.
Doctrinalmente Ecolampadio no fue hombre de profunda o complicada teología pero sí fue una persona muy devota y muy elocuente en sus sermones, por lo que llegó a ser un líder muy querido y seguido en Alemania, reconocido entre los reformadores protestantes.
Wolfgang Capito |
Al morir Ecolampadio, Wibrandis casó con otro de los reformadores que tanto hicieron por la propagación de las nuevas ideas, Wolfgang Köpfel, también conocido por su nombre latinizado como Capito. Igual que Ecolampadio, Capito no fue hombre de profundísima o complicada teología, pero sí fue muy efectivo en su trabajo como propagador de ideas y como colaborador en la redacción de diversas confesiones de fe.
Martín Bucer |
Al morir Capito, Wibrandis se casó con un tercer reformador, Martín Bucer. En años anteriores Bucer fue un dominico entusiasmado con las obras de Erasmo y que llegó a conocer a Lutero desde los comienzos de la Reforma. Sin pensarlo dos veces asumió para sí las ideas luteranas y abandonó el convento para casarse con una ex monja, de la que eventualmente enviudó antes de casarse con Wibrandis. Bucer vivió en Colonia un tiempo y en cierto modo logró la conversión de la ciudad al protestantismo. Luego pasó a Estrasburgo, pero ya por entonces el emperador Carlos V comenzó a intervenir con los reformadores y Bucer encontró más conveniente pasar a Inglaterra. Allá fue nombrado a la cátedra en la Universidad de Cambridge y así pasó sus últimos años, en contacto con otros emigrados protestantes refugiados en Inglaterra.
Más tarde la reina María Tudor, la Sanguinaria, mandó a que desenterraran su cadáver y lo quemaran por hereje, en una de esas escenas un tanto grotescas que se dieron por esta época.
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