En el evangelio de hoy se nos presenta la narración del encuentro de Jesús con una samaritana en el pozo de Sicar. Jesús le revela que sabe de su vida privada y le invita a beber del agua que él le ofrece, que lleva a la vida eterna.
Puse una versión de las reflexiones de hoy en YouTube. No contiene tanta información como en lo que sigue a continuación, aunque en general tratan sobre lo mismo. Oprimir aquí para ver la presentación en YouTube.
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El episodio (Juan 4,5-42)
Jesús viene en ruta de la región de Jerusalén y el territorio de Judea hacia Galilea al norte, como se ve en el mapa.
Alrededor del mediodía llega con sus discípulos a las afueras de Sicar, en territorio de Samaría. Los discípulos van a la aldea a buscar comida y Jesús se queda junto al pozo, o «el manantial», según otra traducción.
Trasfondo histórico
Samaría fue territorio del Reino del Norte o Reino de Israel, en tiempos anteriores a la dispersión de los israelitas provocada por la invasión de Asiria. Igual que Galilea más al norte, los asirios ocuparon el país y lo colonizaron con otros habitantes que se establecieron allí. Por eso Galilea y Samaría eran territorios extranjeros para los judíos de la época de Jesús.
Pero siempre hubo grupos de israelitas que habitaron en aquel territorio, lo que explica que, siendo «la Galilea de los gentiles» de allí proviniera Jesús y los demás a su alrededor. También explica que hubiese una sinagoga en Cafarnaún, y así sucesivamente.
En el caso de Samaría fue distinto. En tiempos de Jesús había un resentimiento entre judíos y samaritanos que se remontaba a siglos atrás. Entre otras cosas los judíos se aliaron con los asirios al momento de la invasión del Reino del Norte. Pagaron por su traición a los hermanos israelitas más tarde, como sabemos.
Luego, los israelitas que quedaron en territorio de Samaría –ahora «samaritanos»– ya no pudieron encajar con los judíos al sur. Cuando intentaron reconocer el templo de Jerusalén al momento de la vuelta del exilio babilonio, los judíos los rechazaron. Entonces los samaritanos decidieron montar su propio templo en el monte Garizim (ver mapa). De ahí en adelante la ruptura fue completa, de nuevo.
Así se puede visualizar algo del trasfondo del diálogo entre Jesús y la samaritana.
Estando Jesús así junto al pozo esperando a que los discípulos volvieran con la merienda, llega una mujer del pueblo a buscar agua. Jesús le pide que le dé agua para beber.
- Puedo equivocarme, pero creo que eso ya era caer en impureza, el mero hecho de dirigirse a «una extranjera».
- Aparte de eso, no es que Jesús fuese sido machista al pedirle agua de la que ella estaba sacando.
- Uno piensa que ella, malcriada, le hubiera podido decir, «¿Y porqué no sacas tú mismo del agua y te la tomas?»
- Ahí uno se da cuenta de que lo que sucede es que Jesús no tenía un cántaro para sacar el agua, no tenía el instrumento para él mismo sacar agua. Era un sediento junto a la fuente y no podía beber.
Jesús entonces le dice, «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva».
- Esto no parece bien. Pero quién sabe. Póngase usted en la perspectiva de la mujer: uno que te habla así…
- Por eso pienso (no soy estudioso, ni experto) que quizás esto es una redacción del evangelista, dirigida a nosotros, los oyentes y lectores.
- Eso, claro no descalifica las palabras de Jesús que reporta el evangelista.
Naturalmente, la samaritana le pregunta sobre esa «agua viva». Jesús le dice, «el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna».
- A mi parecer, este es uno de esos pasajes oscuros en la Biblia.
- ¿Esta hablando en sentido literal? ¿Jesús nos daría «agua» que se convertiría en nuestro interior «un surtidor»?
- No es cosa de tomarse en sentido literal, me parece.
- Pero, ¿qué criterio nos puede llevar a distinguir entre lo que ha de tomarse en sentido literal y lo que se debe tomar en sentido figurado.
- Está también aquellos otros pasajes en este mismo evangelio de San Juan que se denominan «discursos eucarísticos», como,
- «Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.» (Juan 6,51)
- …mientras que por otro lado, en la narración de la Última Cena del evangelio de Juan, no hay la fórmula de la institución eucarística, como en los otros evangelios.
- Ahí la dificultad: no tomamos literalmente, al pie de la letra, por ejemplo, lo de, «el surtidor de agua hasta la vida eterna»; pero sí tomamos el pan eucarístico como carne de Cristo por la vida del mundo.
- De nuevo, esto no descalifica las palabras de Jesús.
- Pensaría que estamos ante un «misterio», algo que no podemos entender, pero que la fe nos lleva a aceptar.
- Sin entrar en discusiones bizantinas que han causado tanta división entre los cristianos, podemos aceptar que,
- Jesús está hablando del agua bautismal, que en cierto modo nos baña, nos limpia, provoca la transformación de nuestras almas adheridas a la Nueva Alianza proclamada por Jesús;
- Jesús está hablando de la vida espiritual, del Espíritu Santo en nosotros que es como una fuente de agua.
- Jesús está hablando del pan eucarístico en que se hace realmente presente para venir a nuestras almas y alimentarnos y vivificarnos de la misma manera.
Entonces la conversación parece cambiar de dirección. Dejando de lado el tema del agua de salvación, Jesús le pide a la samaritana que vaya a buscar su marido.
Enseguida Jesús revela que sabe que ella ha tenido cinco maridos y de ahora tampoco es su marido. La mujer lo ha aceptado así. «No tengo marido,» le dijo cuando Jesús le pidió que lo fuera a buscar.
- La samaritana del pozo de Sicar se ha visto también como imagen de la pecadora que ahora se arrepiente. Ella sería la modelo para los pecadores, como la Magdalena arrepentida a los pies de Jesús.
- Pero, como sabemos, la Magdalena no fue la pecadora de la tradición, sino uno de los discípulos más importantes.
- De la misma manera no necesariamente hay que pensar que la samaritana del pozo fuese algo así como una prostituta.
- Sería más probable que fuese sido una mujer víctima de las circunstancias y de las leyes de su pueblo, en su tiempo.
- Baste pensar, ¿cinco maridos? Si hubiese dicho «cinco amancebados» o cosa parecida entonces podríamos juzgarla como ramera.
- Pero el divorcio era permitido por la Ley.
- Recordemos que en la Ley había margen para diversas causas para el divorcio, siempre iniciado por el marido.
- No sería por adulterio que se habría divorciado, porque eso conllevaba pena de muerte.
- Hay margen para especular que pudo haber sido una mujer inteligente y por tanto de trato difícil, lo que pudo llevar a los divorcios.
- Sabemos que el marido podía repudiar a la mujer por tan sólo haber quemado la comida.
- Otra posible causa de su situación pudo haber sido, al otro extremo, el de haber sido una mujer de inteligencia deficiente.
- Otra causa pudo haber sido el que era estéril, algo que era causa para divorcio. En tal caso era completamente inocente; o que le tocó la mala suerte de que cada uno de los maridos era estéril y en esa época eso no se tomaba en cuenta.
- Finalmente terminó amancebada con un sexto individuo, pero no necesariamente por maldad en su alma.
- Cierto, que aquí especulamos. Pero lo mismo hay que decir de los que tradicionalmente han especulado que se trata de una ramera.
Cuando Jesús le revela el asunto de los maridos, se ve lo que quizás fue la razón para hablarle de eso. Y es que ese tema lleva a que ella lo pueda reconocer como el Mesías.
El evangelista nos dice que la mujer reconoce a Jesús como un gran profeta. Esto es, la samaritana reconoce al judío. Entonces le dice que sus antepasados ofrecieron culto en ese monte mientras que los judíos dicen que el culto debe darse en Jerusalén.
El evangelista nos dice que la mujer reconoce a Jesús como un gran profeta. Esto es, la samaritana reconoce al judío. Entonces le dice que sus antepasados ofrecieron culto en ese monte mientras que los judíos dicen que el culto debe darse en Jerusalén.
- La introducción del culto en el templo no es algo que fluye naturalmente en el curso de esta conversación.
- Uno se pregunta cómo ella salió planteando lo del templo.
- Pareciera que como en los párrafos anteriores, el evangelista ha redactado para nosotros una meditación a partir de las palabras de Jesús.
- «Nuestros antepasados dieron culto en este monte».
- Es decir, en aquella inmediaciones de Siquem Jacob, padre de los doce hijos de donde salieron las doce tribus hebreas, erigió un altar dedicado al Dios de Abrahán, de Jacob (también llamado Israel) (Génesis 33,20).
- Jacob era el antepasado común de Jesús y de la samaritana, quizás por eso ella dice, «Nuestros padres dieron culto en este monte».
- De hecho, sabemos que el culto del templo estuvo ubicado en diversos lugares además de Jerusalén, pero hay que dejar eso de lado aquí para no desenfocarnos.
Entonces Jesús se reafirma en el culto judío. «Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.»
Aun así le anuncia lo que va a suceder, porque dentro de unos años el templo de Jerusalén también será destruido. Esto obligará a que los judíos caigan en cuenta de la enseñanza principal que el evangelista Juan subraya:
“Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.”
La mujer entiende la alusión al culto en espíritu y verdad, que no consiste en circuncisión, o en reglas dietéticas, o en sacrificio de animales. Por eso le dice, «Sé que va a venir el Mesías».
Jesús le contesta, «Soy yo, el que habla contigo».
La mujer entonces dejó el cántaro y se fue a contar al pueblo que allí estaba el Mesías.
Entre tanto Jesús está con los discípulos que le dicen que ahora coma.
«Yo tengo por comida un alimento que vosotros no conocéis,» les dice Jesús.
- De nuevo, es un diálogo que no es normal, sino que es redactado para nuestro beneficio.
- Recordemos que los evangelios son catecismos, no bitácoras de viaje.
- Obviamente, los discípulos se extrañan, si será que ya él comió algo que la mujer le trajo y le ofreció. Ese será el alimento que él tiene del que no sabemos, se habrán dicho.
Jesús entonces les dice: «Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra».
- Ciertamente está hablando en sentido figurado.
- También nos está diciendo que someterse a la voluntad del Padre llena de amor el propio espíritu y como todo enamorado, ya no es tan necesario el alimento material, pienso.
- El alimento espiritual del cristiano no es solamente el pan eucarístico. También la Sagrada Escritura es alimento. Y aquí, vemos un tercer alimento: hacer la voluntad del Padre.
En este punto el evangelista intercala otros dichos de Jesús porque ahora pone todo este episodio de la samaritana y el pueblo de Sicar en el contexto del fin que ya llega, que el fin del mundo que conocemos es algo inminente.
- “¿No decís vosotros que faltan todavía cuatro meses para la cosecha? Yo os digo esto: Levantad los ojos y contemplad los campos, que están ya dorados para la siega; el segador ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna: y así, se alegran lo mismo sembrador y segador.”
Nótese que dice: «el segador ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna». Esto puede entenderse como asociado a la proclamación misma del evangelio, de la Buena Noticia: el Reina de Dios ya está aquí.
A continuación se cumple lo que Jesús dijo, que es hacer la voluntad del Padre anunciando el Reino de Dios. «En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él,» nos dice el evangelista. Le ruegan que no se vaya todavía y Jesús se quedó allí dos días, nos dice. Muchos samaritanos allí se convirtieron.
La narración del evangelio de hoy entonces termina diciendo que los samaritanos también dieron testimonio de su conversión, cuando le dicen a la samaritana: «Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.».
Comentario
Notamos una composición que hilvana, me parece, unos cuatro recuerdos de Jesús en la memoria de la tradición oral de los primeros cristianos.
- El agua que Jesús ofrece.
- La mujer y sus maridos.
- La reacción de la mujer y la conversión de los samaritanos, los que vinieron a Jesús.
- La adoración en Espíritu y en verdad.
- El alimento y los discípulos.
- La «siega» que no es inminente, sino que ya comenzó.
Los temas del episodio de la samaritana en términos litúrgicos cuaresmales
En términos litúrgicos cuaresmales podemos notar lo más importante en la narración del evangelio.
A diferencia de ver este episodio como enfocado en la persona de la mujer pecadora que se arrepiente, qué tal verlo en términos del reconocimiento de Jesús como el Mesías. Ese reconocimiento de por sí llevará a un cambio de vida, a una conversión.
“La siega está lista,” le dice Jesús a sus discípulos. Qué tal si lo tomamos en el sentido de lo que tenían al frente: un pueblo de samaritanos alborotados porque esta mujer fue a decirles que se había topado con el Mesías.
Aquí también vemos: todo cristiano un misionero, un evangelizador.
Aparte de lo anterior podemos pasar a los otros temas tradicionales de la cuaresma. En las lecturas de este día también encontramos los temas siguientes.
Uno es el del agua, que asociamos a la cuaresma como preparación de los catecúmenos al bautismo la noche de la vigilia pascual.
Junto al tema de las aguas que dan vida para la vida eterna está el bautismo del Espíritu. Los verdaderos adoradores darán culto al Padre en espíritu y en verdad.
Uno quisiera poder decir también que la mujer era una pecadora y que se convirtió a partir del encuentro con Jesús, pero eso no lo dice el pasaje del evangelio.
Lo que sí dice el pasaje es que ella lo reconoció como el Mesías, noticia que ella entonces llevó a los del pueblo.
En ese caso la conclusión sería que los samaritanos y los no judíos también tienen derecho a conocer la Buena Noticia.
A diferencia de ver este episodio como enfocado en la persona de la mujer pecadora que se arrepiente, qué tal verlo en términos del reconocimiento de Jesús como el Mesías. Ese reconocimiento de por sí llevará a un cambio de vida, a una conversión.
“La siega está lista,” le dice Jesús a sus discípulos. Qué tal si lo tomamos en el sentido de lo que tenían al frente: un pueblo de samaritanos alborotados porque esta mujer fue a decirles que se había topado con el Mesías.
Aquí también vemos: todo cristiano un misionero, un evangelizador.
Aparte de lo anterior podemos pasar a los otros temas tradicionales de la cuaresma. En las lecturas de este día también encontramos los temas siguientes.
Uno es el del agua, que asociamos a la cuaresma como preparación de los catecúmenos al bautismo la noche de la vigilia pascual.
Junto al tema de las aguas que dan vida para la vida eterna está el bautismo del Espíritu. Los verdaderos adoradores darán culto al Padre en espíritu y en verdad.
Uno quisiera poder decir también que la mujer era una pecadora y que se convirtió a partir del encuentro con Jesús, pero eso no lo dice el pasaje del evangelio.
Lo que sí dice el pasaje es que ella lo reconoció como el Mesías, noticia que ella entonces llevó a los del pueblo.
En ese caso la conclusión sería que los samaritanos y los no judíos también tienen derecho a conocer la Buena Noticia.
De esa manera podemos ver el fondo de lo que quizás significó esta narración para los primeros cristianos. Jesús aparece en el ambiente de los discípulos del Bautista, que bautizaban. Pero ahora el bautismo de Jesús es algo más que el del Bautista. Es un bautismo del Espíritu.
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