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Domingo 24 del Tiempo Ordinario, Ciclo B - año 2021



El tema de este domingo es la confesión de Pedro y el significado de la cruz.

La primera lectura evoca el padecer del Siervo Sufriente de Isaías. Los cristianos hemos visto ahí la imagen de Jesús en su Pasión. En el evangelio Jesús dirá que todos, si vamos a seguir a Jesús, nos tocará aceptar nuestra propia cruz y nuestros propios padecimientos por razón de ser cristianos.

Jesús nos promete la Gloria, pero antes, igual que él, hemos de pasar por el sufrimiento. No es un sufrimiento que queremos, ni buscamos. Él tampoco lo buscó y lo quiso. Lo aceptó al ser obediente al Padre. Lo mismo los cristianos: por ser cristianos podríamos ser perseguidos.

Pero no es lo mismo ser perseguidos por asuntos periferales, por defender unas posiciones que no necesariamente engarzan con el meollo del anuncio del evangelio. No es lo mismo ser perseguido por defender posiciones o ideas de la extrema derecha o la extrema izquierda del cristianismo, que ser perseguido por defender lo principal del evangelio, que es el amor a Dios y al prójimo y el camino de Jesús, que no es el camino de los paganos. 

En la segunda lectura el apóstol Santiago señala que una fe sin obras es una fe muerta. Esto recuerda el debate entre protesantes y católicos sobre la fe y las obras. Si uno se aleja de los fanatismos de los exaltados de ambos bandos, uno se da cuenta de lo que dice Santiago. La fe es como el brillo de una flama; donde está la flama, hay brillo. Donde hay fe, habrán buenas obras. No hay flama sin brillo; no hay fe sin buenas obras. Es lo que dice Santiago.

En el evangelio Jesús le pregunta a sus discípulos qué piensan de él. Entonces Pedro lo reconoce como el Mesías, el enviado de Dios. Jesús se regocija porque la confesión de Pedro es evidencia de que el Espíritu de Dios está con él. Por nuestra cuenta no descubrimos a Dios. Se necesita el bautismo del Espíritu que nos permite ver. Es el tema del bautismo del Espíritu en los evangelios. 

Dios mismo nos llama y nos mueve en nuestro espíritu, de la misma manera que llamó a los profetas y llamó a la Virgen. 


El lector puede ver mis apuntes del 2018 sobre las lecturas de este domingo, oprimiendo aquí.

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