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Domingo 4° de Pascua, Ciclo A


En el evangelio de hoy Jesús se presenta como el Buen Pastor.

En el evangelio de hoy Jesús se pronuncia en el escenario de una polémica con los fariseos. Les dice, «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador». 

Es a los fariseos que Jesús les dice que no son legítimos pastores. 

  • Aquí Jesús cumple la profecía de Ezequiel 34,1-31 cuando el profeta dijo, «Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel, profetiza. Dirás a los pastores: Así dice el Señor Yahveh: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos!». 


  • Aquí Jesús cumple también la profecía de Jeremías: « Yo recogeré el Resto de mis ovejas de todas las tierras a donde las empujé, las haré tornar a sus estancias, criarán y se multiplicarán. Y pondré al frente de ellas pastores que las apacienten».


El pastor de Israel era Yahvé mismo. Es lo que se venía expresando en el salmo 22(23): «El Señor es mi pastor»; Yahvé es nuestro pastor, nuestro guía y nuestro protector. 

En tiempos de Jesús los israelitas andaban dispersos por todas las naciones en una diáspora desde hacía cuatrocientos años. Jesús llegó diciendo que vino a convocar y reunir a las ovejas perdidas de Israel.

¿Vienes a restaurar el reino de Israel? —le preguntaban  . 

Jesús entonces le dice a los fariseos, «Miren, yo soy el buen pastor», yo soy el que cuida de Israel. Yo soy el que reuniré el rebaño de los israelitas dispersos por el mundo. 


«Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos,» les dice Jesús. Esos son los fariseos que todavía hoy día se preocupan más de las apariencias religiosas, del cumplimiento de la Ley, de la letra de la Ley, del beneficio que sacan por ocupar un puesto, un cargo público. Son los que le dan más importancia al catecismo, que al evangelio. 


Jesús dice, «yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante». Eso es lo que es él como el pastor que nos guía.


El nuevo reino de Israel no era un reino político y militar. El reino de Dios que anunció Jesús era el que ya estaba entre ellos al entrar en contacto con Jesús. Es lo mismo con nosotros: el reino de Dios ya está con nosotros, aquí, ahora, de la misma manera que Jesús resucitado está aquí, ahora, entre nosotros con el solo hecho de reunirnos en su nombre. Somos el rebaño de Dios. 


El nuevo reino de Israel es el nuevo pueblo de Dios, del que somos parte nosotros hoy día, los cristianos.


Jesús es el pastor guardián de nuestras almas, como dice San Pablo en la segunda lectura de hoy. 


«En verdad, en verdad les digo», dijo Jesús, «yo soy el buen pastor, yo soy la puerta por donde entran las ovejas». 


Seguir a Jesús no es entender de doctrinas, ni pelear contra los demás que no piensan igual. 


Seguir a Jesús es reconocer su voz en el amor al prójimo. A Dios no lo vemos, pero a Jesús lo vemos en el prójimo. Jesús es el pastor que nos lleva por el camino que nos conduce a Dios.


Invito al lector a ver mis apuntes del 2020 (oprimir sobre el año). 

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