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Domingo 22 del tiempo ordinario, ciclo A

En el evangelio de hoy Cristo nos llama a seguirlo incondicionalmente. Habla de los que se corrompen con las ambiciones y pasiones de “este mundo”: “¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?” Jesús se refiere a los que se ciegan con las preocupaciones del dinero y de la ambición y eso les lleva a vivir un infierno en vida. Es fácil despreciar a los que se ciegan con el dinero y la ambición. Eso es lo que hacían los fariseos. En la medida que lo hagamos, estaremos siendo fariseos nosotros también. Es como despreciar a la mujer caída o a la mujer de vida libre, o al hombre de vida libre. Habrá más de un cristiano que adoptará la actitud de decir , “Qué ignorantes, qué débiles, qué frívolos”... o cosa por el estilo. Eso es lo mismo que hacían los fariseos y somos fariseos en la medida que lo podamos hacer nosotros también. Pero esa no fue la actitud de Jesús frente a la mujer pecadora. Luego, hay que entender las palabras de hoy en ese contexto. Y

El pasaje de la lectura del evangelio correspondiente al Domingo 21 del tiempo ordinario, ciclo A

Rubens, La confesión de Pedro Algo que llama la atención en el evangelio de hoy es que Jesús “ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías” (Mateo 16:20). Si hay un pasaje de los evangelios que ilustra la necesidad de un trabajo interpretativo sobre la Biblia, es este mismo pasaje. ¿Hay que tomarlo al pie de la letra? No, no es posible. Entonces, debe tener alguna interpretación sobre la podríamos especular. Pero ahora y aquí lo que interesa es la interpretación del pasaje completo de la lectura del Evangelio asignada para hoy. Se trata de Mateo 16:13-20. Es lo que se conoce como “la confesión de Pedro”. ¿Quién es el “Hijo del hombre” que Jesús menciona ahí? ¿Estará hablando de otro que no es él? ¿Explicará eso el porqué no quiere que lo identifiquen como el Mesías? Pero entonces hay un salto, como si faltara parte de la narrativa, porque pasa a la pregunta directa, “Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?”. Estaban hablando en

Una mirada al Concilio

Tengo la satisfacción de haber sido entrevistado y aparecer en el periódico católico de Puerto Rico, El Visitante. Lo pongo aquí por recomendación de otra persona, como algo conveniente. Sólo tengo que comentar que no soy teólogo, ni mi libro pretende ser una obra de teología desarrollada por un teólogo. Es de teología, pero la del Concilio, y la de los supuestos y conceptos que sirvieron de trasfondo al Concilio, no la teología mía. Sobre todo, la publicación pretender ser un manual de trabajo para los que deseen entrar en ese mundo teológico del Concilio. En todo caso soy un "reportero-teólogo". ..............

El caso de los sacerdotes abusadores sexuales sigue vigente

En los últimos meses ha salido a la luz pública un estudio del John Jay College de Justicia Criminal sobre el abuso sexual de menores por parte de clérigos de la Iglesia Católica. Las conclusiones aclaran una serie de puntos con evidencia empírica, incontrovertible. --No es cierto que haya una correlación entre el homosexualismo y los actos de abuso sexual de los clérigos. No hay ninguna relación entre la orientación sexual de los curas culpables y sus delitos. --Los abusos fueron cosa seria. No fue simplemente un “toqueteo”, sino que fue un abuso sexual de las víctimas con todas las de la ley. --El efecto en las víctimas fue devastador. La inocencia de niños y niñas fue traicionada por personas que ellos veían como sagradas y de confianza, los sacerdotes victimarios. --El estudio habla de los sacerdotes “pedófilos”, los “efebófilos”, los “generalistas”. Los pedófilos gustaban de hacer víctimas de los menores de edad. Los efebófilos gustaban de los jóvenes ya en la pubertad y

CAMBIO Y TRADICION EN LA IGLESIA

Hay quien piensa que en la Iglesia no pueden haber cambios porque la Iglesia es perfecta. Es como decir que la verdad no es histórica, ni cambia. Y si la Iglesia está en posesión de la verdad... Tal concepción no es acertada, aunque sea un acierto parcial. Ese es el problema, que los aciertos parciales nos confunden y nos hacen tomarlos como aciertos totales. Veamos las razones para decir que sólo es un acierto parcial. En primer lugar, la verdad en posesión de la Iglesia no es una verdad filosófica o una verdad lógica. No es el tipo de verdad eterna, como la verdad de que dos más dos son cuatro, o de que lo que es blanco no puede ser negro.  Aun si eso fuera cierto, habría que tener en cuenta de que el blanco como tal no existe, excepto en nuestra mente. Lo que se da en la realidad son los tonos de negro y los tonos de blanco. Cada tono de blanco es y no es blanco. Porque blanco, lo que se dice ser blanco, es sólo el concepto en nuestra mente. Lo mismo podemos decir de la

Los cambios en la tradición cristiana

Obispo con capa y armiño En época del Concilio Vaticano II se regó la idea de que todo estaba cambiando en la Iglesia. Hoy, unas décadas después, hay quien quisiera decir que tales cambios fueron producto del capricho de la banalidad de algunos y en todo caso, que el Concilio no hizo un llamado a tanto cambio. Igual, nos dicen que en realidad no fue tanto lo que cambió. Lo primero que habría que decir es que no tiene sentido obsesionarse con la idea del cambio. Lo importante no es si la Iglesia cambió, si debió cambiar, si no debió... si sí o si no cambió. Lo importante es el evangelio y la predicación del evangelio. Lo importante es la misión evangelizadora, esa es la verdadera finalidad de la Iglesia. Luego, el cambio es un medio y debe estar subordinado a esa finalidad. De lo contrario, nos corremos el riesgo de crear fetiches -- ídolos -- de las formas "progre" y de las formar "carcaj", es decir, de las formas de cambio progresista o de las formas de cam

La reforma de la reforma

El presbítero Ratzinger y el teólogo Ives Congar Hay quien pueda pensar que el tema del Concilio Vaticano II no es relevante hoy día, toda vez que la Iglesia Católica está desmantelando las reformas que llegaron con el Concilio. El Papa Benedicto XVI de hecho ha hablado de “la reforma de la reforma”. Esto es, ha estado hablando de la necesidad de revisar las reformas que se efectuaron con el Concilio y en particular, la reforma de la liturgia. En ese contexto esta publicación no es un llamado a volver al pasado. Esto sería cometer el mismo error de los tradicionalistas que desean volver a los tiempos preconciliares. El pasado ya no se puede repetir y por algo se vio la necesidad de cambiarlo, por las limitaciones y defectos que tenían los usos y costumbres que fueron reformados, “reformulados”. Papa Juan Pablo II en México, 1979 Claro, de la misma manera que hace cincuenta años se vio la necesidad de reformar muchas cosas en la Iglesia Católica mediante las medidas del Conc