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Domingo 32, Tiempo Ordinario, ciclo B

La primera lectura para este domingo está tomada del libro 1° de los Reyes 17,10-16. El profeta Elías huye de Israel (Reino del Norte) y llega a la ciudad de Sarepta, que estaba en territorio fenicio al pasar la frontera. Quizás implica que ya se sentía más seguro. Pero se encuentra que allí hay una gran sequía y probablemente una gran hambruna como las que vemos hoy día en otros lugares del Oriente Medio, por ejemplo, Etiopía. Cuando hay escasez se da un sálvese el que pueda y los más fuertes agarran lo que hay y los más débiles quedan a la deriva. Peor sería para un extranjero transeúnte que no conocía, ni la gente, ni la región. En ese contexto el profeta se encuentra a una viuda allí, a las puertas de la ciudad.  Pienso que los desesperados y los más pobres se sentarían a la puerta de la ciudad como hacen los pordioseros pidiendo limosna a las puertas de las iglesias (y en las esquinas y semáforos por donde hay mucho tráfico). No necesariamente hay que imaginarse la viu

Domingo 31, Tiempo Ordinario, ciclo B

La primera lectura para este domingo está tomada del libro del Deuteronomio 6,2-6. Es un texto que todo judío se aprende desde pequeño, el Chema Israel , “Escucha, Israel”.  El pasaje de la lectura de hoy es parte del texto del discurso de despedida de Moisés antes de morir. El pueblo está a punto de cruzar el río Jordán y entrar en la Tierra Prometida, pero Moisés no irá con ellos.  Moisés les subraya el temor de Dios: el respeto a Dios.  Hoy día decimos que hay muchos que confunden el temor con el respeto. Si te tienen miedo, o si necesitan pedirte un favor, te tratan con mucho respeto. De lo contrario te tratan como cualquier cosa. Hay personas que así es como se comportan con Dios. Por otro lado, sabemos que el respeto es un asunto de educación. Un gobernante, un alcalde, un concejal, pueden ser personas despreciables por lo sinvergüenza que son. Un malhechor, un facineroso, un criminal o delincuente, pueden ser personas también despreciables en cuanto a su conducta.

Domingo 30, Tiempo Ordinario, ciclo B

La primera lectura para este domingo está tomada del libro de Jeremías 31,7-9. El pasaje anuncia un gran regocijo porque “El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel”. Dios anuncia que traerá hasta Jerusalén a los israelitas dispersos, “os congregaré de los confines de la tierra”. Es el retorno de los que fueron llevados al cautiverio de los asirios y babilonios, lejos de su patria. Ahora pueden volver, como una gran multitud que inunda los caminos. Fueron arrastrados como ganado, “Se marcharon llorando,” pero ahora, “los llevaré a torrentes de agua, por un camino llano en que no tropezarán”. Volverán, sí, como una vez también vagaron por el desierto antes de llegar a la Tierra Prometida. Ahora también volverán, del país del norte.  En la multitud vendrán todos, aun los enfermos, los cojos, los ciegos, las preñadas y paridas. Dios anuncia por boca de Jeremías, “…los guiaré entre consuelos… Seré un padre para Israel, Efraín será mi primogénito”. Comentario breve

Hiram Hisanori Kano

(Traducido y editado, de http://satucket.com/lectionary/Hiram_Kano.htm ) El Reverendo Hiram Hisanori Kano (1889-1986), un sacerdote episcopal conocido por algunos como el "Santo de Nebraska y Colorado", fue un misionero agrícola de origen japonés en el oeste de Nebraska y un pastor de soldados estadounidenses encarcelados por haber salido de su campamento sin permiso, cuando él mismo estuvo preso durante la reclusión de japoneses estadounidenses en campamentos, en la Segunda Guerra Mundial. Las iglesias en las diócesis de Nebraska y Colorado celebran el día de un santo para el Padre. Kano anualmente. P. Kano, que era de una familia muy conocida en Tokio, recibió una maestría en agricultura de la Universidad Estatal de Nebraska. A principios de la década de 1920 el obispo George Allen Beecher del Distrito Misionero de Nebraska Occidental reconoció en el agricultor y educador Kano al misionero que buscaba para llamar a los japoneses de Nebraska al pueblo de Dios.

Domingo 29, Tiempo Ordinario, ciclo B

La primera lectura para este domingo está tomada del libro de Isaías 53,10-11. Son unos versículos del Canto al Siervo de Yahvé. “El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación,” nos dice. Por eso prolongará sus años y verá su descendencia. Es que, “lo que el Señor quiere prosperará por su mano”. El Canto al Siervo de Yahvé siempre ha intrigado. Quién sabe, pienso, si se entremezclaron, ya desde la primera producción del manuscrito, líneas de diversos contextos. Por un lado, dice que Dios quiso triturarlo y entregar su vida; por otro, si al Señor le parece le hará prosperar.  Que Dios es soberanamente libre para hacer lo que le parezca, eso es innegable. En la tardía Edad Media los escolásticos se plantearon esto mismo. ¿Quiénes somos para imponerle a Dios lo que tiene que hacer? No es posible obligar a Dios con nuestras oraciones y penitencias y cosas parecidas.  No es que uno puede llegar al cielo y obligar a Dios a darle a uno el boleto