El tema de este domingo es la narración de Jesús que calma las aguas del mar. La primera lectura para este domingo está tomada del Libro de Job 38,1.8-11. Recordemos la historia de Job. Él era un varón justo y temeroso de Dios. En nada había ofendido y sin embargo Dios permitió que perdiera todos sus bienes y hasta dejó que le diera una enfermedad que le causó una especie de afección de la piel que lo hizo repugnante a la vista. También perdió a todos sus hijos y su mujer lo insultó a más no poder. «Maldice a Dios y muérete,» le dijo la mujer (Job 2,9). Pero Job le contestó diciendo, «Si aceptamos de Dios el bien, ¿por qué no aceptar el mal?» Job es representativo de todos nosotros. Es representativo de Jesús también, que fue azotado, coronado de espinas, crucificado, sin merecerlo. Job representa la tentación a blasfemar, al preguntarnos cómo es que Dios permite tanto sufrimiento. Una de las contestaciones la encontramos en Hechos 2,10: Dios perfeccionó a Cristo por medio de los su
Carlos Ramos Mattei