En esta semana, el 20 de octubre, el Vaticano anunció la segunda prelatura personal creada de acuerdo al nuevo Derecho Canónico de 1983. La primera fue la del Opus Dei y al menos yo me preguntaba qué otras prelaturas personales pudieran haber.
Una prelatura personal es como una diócesis “at large” bajo la jurisdicción directa de la Santa Sede. Es una diócesis sin territorio, al estilo de los llamados “ordinariatos castrenses” que comprende a todos los capellanes católicos del ejército, bajo un obispo designado para ellos, en cada nación. La nueva estructura canónica del “Ordinariato personal anglicano” será establecido mediante una constitución apostólica que será emitida próximamente.
Se creó esta nueva prelatura personal anglicana para acoger a todos los anglicanos inconformes con la dirección liberal que ha asumido la comunión anglicana en las últimas décadas, al aceptar mujeres al sacerdocio y al episcopado, lo mismo que a homosexuales. Todas las comunidades anglicanas (parroquias o grupos parecidos) conversos al catolicismo romano podrán conservar su identidad anglicana en términos de sus usos litúrgicos y otras tradiciones peculiares, sólo que ahora bajo la jurisdicción de Roma. Podrán también elegir su propio obispo, el que estará a cargo de su ordinariato personal.
Para los efectos Roma está creando una nueva iglesia, que de seguro llegará a ser como las iglesias orientales católicas, con su autonomía e identidad propia, pero en comunión con la Santa Sede. El arzobispo de Canterbury emitió un comunicado conjunto con el arzobispo católico de Westminster en que reconoció esta movida como algo que resulta del diálogo ecuménico con el Vaticano. Fue el resultado también de la intervención del Pontificio Secretariado para la unión entre los cristianos.
Igual que el papa Juan Pablo II, el papa Benedicto XVI lo mismo adopta medidas retrógradas, que de avanzada. Por su manera de vestir, que no se diferencia tanto del “uniforme” de los cardenales o de los obispos (cuando preside la misa) está enviando un mensaje de colegialidad (igualdad) con los obispos. Entre tanto resucita la misa en latín y de espaldas al pueblo. Si vamos a ver, esta es la línea que han seguido todos los papas desde Pablo VI, que proyectó una imagen de indecisión por esto mismo.
En este caso se trata de una medida que representa un paso adelante, aunque hay muchos en el Vaticano que la ven como un triunfo para los retrógrados. Es una manera de pescar en río revuelto y es una manera de socavar los esfuerzos ecuménicos, en realidad, piensan ellos. Porque es un hecho de que la visión ecuménica que se dio entre los anglicanos en época del Concilio Vaticano II fue la de seguir el modelo de las Iglesias orientales católicas, en que el anglicanismo conservaría su autonomía e independencia mientras reconocía la primacía de Roma, pero sólo como un símbolo de unidad mundial de los cristianos.
La nueva prelatura personal anglicana, sin embargo, provocará que muchos se enteren de esa manera de establecer la unidad con Roma. Tarde que temprano, creo, se llegará a reconocer que por ese camino es que se encuentra el futuro del ecumenismo, en que las iglesias conserven sus tradiciones y su identidad propia dentro del cristianismo, mientras reconocen al papa como un símbolo de unidad. Esa es la cara positiva de la moneda de lo que ahora sucede, me parece.
...
Comentarios