El Vaticano ha fallado estrepitosamente en el asunto del abuso sexual de niños y niñas por parte de los curas pedófilos. No ha sabido como responder de un modo cristiano a la situación.
(1) En la pasada quincena estuvieron tratando de argumentar que la prensa hostil los tenía en la mirilla. Recuerda el mismo argumento que han utilizado tantos políticos y gobernantes como primera línea de defensa. El predicador del Vaticano llegó a la tontería de comparar las opiniones de la prensa internacional con una campaña antisemita.
Más recientemente quieren argumentar que, después de todo, los curas son seres humanos y por tanto débiles y pecadores.
No se dan cuenta que lo que está en juego es la Iglesia como tal, como institución. Es la institución la que no ha sabido responder de manera cristiana, la que se ha mostrado en toda su debilidad.
(2) No he podido lograr que el periódico El Nuevo Día publique lo que son ya tres ensayos que les he enviado para la sección "Voces". Entre tanto el periódico refleja la línea de defensa del Vaticano. Es casi como para pensar que el periódico responde al Opus Dei.
Otra explicación para que el periódico no se interese en lo que tengo que decir podría ser simplemente no se indignan ante la institución eclesiástica. Los católicos de verdad no pueden menos que indignarse ante la conducta, no sólo de los curas pedófilos, sino ante el encubrimiento realizado por los obispos y ahora, ante la falta de sensibilidad del Vaticano y las torpezas de los miembros de la Curia. Del Papa, ni se diga.
Es como para pensar que en el periódico no hay verdaderos católicos. En la medida con que no resuena el tema en Puerto Rico, es como para pensar que son pocos los católicos de verdad, que quisieran ver una Iglesia purificada y atenta a la miseria de tantos, miseria que también incluye a los niños y niñas víctimas de sus sacerdotes.
Pero es que la Iglesia ya demostró esa insensibilidad poco cristiana en el modo con que siempre ha tratado a las mujeres de los curas. No importa qué suceda con la mujer y con los hijos del cura. Lo importante es que el cura se arrepienta y se aleje de esa familia como quien huye del diablo y se dedique a cultivar su santidad en el celibato.
A continuación, el texto de mi último ensayo que no ha sido publicado en el periódico.
Se habla de una campaña concertada de ataques contra la Iglesia, algo así como un escándalo promovido por la prensa. El mismo cardenal Ratzinger lo dijo siendo obispo de fila, con las primeras revelaciones hace unas décadas.
Pero las denuncias de los abusos de sacerdotes pedófilos fueron muchas, muchas, en muchos países. Han sido cientos de denuncias. En corte se han podido probar muchos, muchos casos, con abundante evidencia. Hubo el caso documentado de un sacerdote que durante años violó niños sordos confiados a su cuidado. Como la historia de ese sacerdote han salido a relucir otras historias parecidas… horripilantes. Pero también es escandaloso que los obispos encubrieron a estos sacerdotes.
Los obispos demostraron poca preocupación por las víctimas. Sólo respondieron cuando fueron llevados a corte. El trato a las víctimas fue parecido al trato a las mujeres víctimas de los sacerdotes, que se les pide se echen a un lado y dejen que el sacerdote se confiese y siga célibe. Pero eso no funcionó con los sacerdotes pedófilos.
La Iglesia tendría que reconocer que hubo dos grandes pecados en todo esto. El de los sacerdotes pedófilos y el de los obispos que los encubrieron y les permitieron continuar con su actividad delictiva durante años. El Vaticano ha prestado más atención a defenderse como institución, antes que al crimen de los sacerdotes que violaban la inocencia de los niños y niñas y la irresponsabilidad de los obispos que encubrían esta situación.
La Iglesia no resuelve nada con presentarse como la víctima de acoso, si sus sacerdotes y obispos fueron acosadores. La Oficina de Prensa del Vaticano debe reformular sus denuncias.
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