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Pentecostés



Es un hecho de que Jesús nunca bautiza en los evangelios. Lo que pone como condición para ser uno de los suyos es “seguirle”. Igual, le da importancia a la fe. Finalmente, y como un tercer elemento Jesús habla del bautismo del Espíritu.

Lo mismo encontramos en Hechos de los Apóstoles, por ejemplo. En el capítulo 11 Pedro se encuentra con un grupo que recibe el Espíritu mientras él está predicando, sin que todavía hubiesen sido bautizados. Pedro entonces dice, “Había empezado yo a hablar cuando cayó sobre ellos el Espíritu Santo, como al principio había caído sobre nosotros. Me acordé entonces de aquellas palabras que dijo el Señor: ‘Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo’. Por tanto, si Dios les ha concedido el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para poner obstáculos a Dios?”.

Vale repetir la cita. Jesús dijo, "Juan bautizó con agua pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo".

El bautismo del Espíritu es tan o más importante que el bautismo del agua. ¿De qué estamos hablando? De que ni tan siquiera podemos tener fe sin la iluminación del Espíritu. Sin este bautismo, no podemos hacer el bien, ni mucho menos sentirnos motivados a hacer el bien. Es el Espíritu que obra en nosotros.

A nosotros nos toca ser dóciles a su acción y estar atentos a sus inspiraciones.
Es el Espíritu el que nos hace a todos Cuerpo Místico de Jesús. Porque la misma naturaleza de nuestra fe se da con una dimensión social. La misma asamblea de culto cuando nos reunimos para la liturgia dominical constituye Cuerpo Místico.

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