Elías y los discípulos tienen algo en común, se sienten en la oscuridad de la noche, en la madrugada, cuando los pensamientos son más negativos. (Idea sugerida por el comentario en el National Catholic Reporter.)
En el momento en que Dios parece más lejos, aparece al lado, cerca. “Estoy aquí, no temas”.
Pedro se siente tan animado que se lanza al mar (enfrentar la vida, evangelizar).
Siente dudas, parece, porque se hunde en el agua o no puede contra el viento que le abofetea, o se opone.
Él y los discípulos habían creído que era una aparición (un fantasma), quizás, piensa él, han estado delirando, o hasta puede tratarse de un ángel del demonio.
A Pedro se le tambalea la fe. No la fe en unos dogmas o en unas verdades, sino la fe en Jesús, al que tiene al frente, al que siente en su corazón, como Elías.
Jesús le dice, “Estoy aquí, no temas”.
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