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Domingo 25 del Tiempo Ordinario, Ciclo B


Primera Lectura
Sb 2,12.17-20 — En la primera lectura ya encontramos el tema de la muerte ignominiosa. Anticipa el tema del evangelio, el anuncio de la Pasión.
Pero llama la atención que en esta traducción habla de “hijo de Dios”, no como de alguien que es un hijo literal, sino como alguien que está protegido por Dios, o algo parecido; como alguien preferido de su padre. 
En las remisiones de la versión de la Biblia de Jerusalén se asocia el versículo 2:18 al momento dentro del relato de la Pasión según San Mateo, 27:43, en que estando Jesús en la cruz sus enemigos se burlan y dicen, “Ha puesto su confianza en Dios; que le salve ahora, si es que de verdad le quiere; ya que dijo: "Soy Hijo de Dios."”

Segunda Lectura.
St 3,16-4,3 — Continúa la lectura continua de la epístola del apóstol Santiago, enlazando con el domingo pasado (los últimos domingos). Como es típico de Santiago, igual que el domingo pasado se enfatiza un cristianismo práctico, es decir, que se expresa en nuestro hablar y en nuestras acciones. Y, claro, en nuestros pensamientos.
Por eso, “La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera.
“Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia.
“¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra.”
Siempre habrá quién diga que eso no describe a los cristianos, sobre todo los que asisten a la iglesia regularmente. Los lectores pueden hacer su propia composición de lugar en su parroquia, en su grupo o congregación.
Piense el lector en las expresiones apasionadas de quienes se encrespan con tan sólo mencionarles el tema del aborto. Qué tal los que se ciegan a la mención de la eutanasia. Los extremos teóricos de la vida les atraen más que las necesidades de los niños huérfanos, pobres, callejeros, o de los ancianos desamparados, olvidados, necesitados. 
¿Cuántas parroquias tienen guarderías? ¿Cuántos cristianos de entre esos fanáticos le facilitan la vida a las madres? ¿Cuántas parroquias tienen programas dirigidos a la formación educativa y cristiana de esos niños de familias pobres?
¿Cuántas parroquias tienen programas para atender a los ancianos que viven solitarios con mucha dificultad para ir a comprar sus medicinas, ir a las citas médicas, comprar alimentos, etc.? ¿Y de los ancianos que no tienen dinero suficiente para sus necesidades?
¿Cuántas parroquias tienen programas para brindar distracción a los necesitados de todas las edades: niños, adolescentes, adultos, envejecientes? Recordar: los necesitados de alma y cuerpo; los necesitados de comida, bebida, abrigo, ropas y los necesitados de orientación, apoyo emocional, dirección espiritual y así sucesivamente.
Antes, tales responsabilidades se las dejábamos a los párrocos, sí, cuando habían cinco y siete sacerdotes en una parroquia. Cuando servía de monaguillo en Ponce, habían dos y tres tandas de sacerdotes “diciendo” misa en los altares laterales mientras había una misa también en el altar mayor. 
Pero hoy, todos tenemos que hacernos cargo de la tarea de misión, porque no es sólo por la falta de sacerdotes. Es que por el bautismo todos somos responsables de la evangelización. Ni tan siquiera hay que esperar a que el párroco intervenga. Baste que la comunidad se disponga a echar adelante.
No es lo mismo entender la misión cristiana como una especie de guerra contra los errores, que entendernos como portadores del amor y del bien y de la paz de Cristo que habite en todos los corazones.

Tercera Lectura
Mc 9,30-37 — Jesús instruye a sus discípulos por el camino, por eso evitan el contacto con la gente. Jesús les anuncia que el Hijo del Hombre será entregado… otro anuncio de la Pasión, como el domingo pasado.
El cristiano no tiene que provocarse sufrimiento. Bastante tiene ya con lo que le cae encima por ser un seguidor de Cristo, a veces de donde menos lo espera, desde sus propios hermanos cristianos. 
El sufrimiento es un medio, no es un fin por sí mismo. El sufrimiento de por sí no es algo deseable y bueno, excepto para los que están tocados de la mente.
Pero algo distinto se da cuando el sufrimiento no se busca, sino que sobreviene a consecuencia de la justicia, la verdad, el seguimiento de Jesús. El discípulo no es mayor que el maestro. Pero ciertamente, mientras pudo, Jesús evitó ser apresado. Sólo cuando no había otra salida, fue que aceptó lo inevitable.

Luego aparece un segundo tema: nadie debe sentirse más importante. El que quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos. Dígale eso a esos pastores, no sólo dentro del catolicismo, que se sienten señores, más que servidores. De ahí que, en vez de pensar en una vocación de pastor, piensan más en “hacer carrera”. A veces parecen estar más interesados en recaudar fondos para sus proyectos de construcción o cosas grandiosas parecidas.

Y también hay un tercer tema: pone a un niño en medio de ellos y les dice, «El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»
A partir de ahí se puede hablar de los sacerdotes pedófilos. 
También está implicando la actitud de bondad que debe ser característico de un cristiano. 
Eso no es cosa fácil si se piensa que en aquella época, igual que hoy día, había muchos niños huérfanos y desamparados que vivían como golfos deambulantes. Acogerles quería decir recibir a un zarrapastroso, bañarlo, vestirlo, darle de comer, mantenerlo, y arriesgarse a que le robe, le haga daño a la propiedad, traiga otros maleantes detrás de sí. 


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