El evangelio de hoy narra la confesión de Pedro y el encuentro con Jesús resucitado en Galilea
En los evangelios encontramos que aparentemente hubo un grupo de mujeres que siguieron a Jesús junto a sus discípulos, al punto que lo acompañaron en el viaje hasta Jerusalén. Mateo las menciona presentes en la escena de la crucifixión: "Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo" (Mateo 27,56).
Aparentemente fueron María Magdalena junto a sus compañeras, las que fueron al sepulcro la mañana del domingo. Allí se encontraron la tumba vacía y un ángel que les anunció lo sucedido. El ángel también les dijo, "Y ahora id enseguida a decir a sus discípulos: "Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis."
Esto es lo que encontramos en el evangelio de este domingo, una de las narraciones de las apariciones de Jesús resucitado en Galilea.
En el evangelio de hoy los discípulos están pescando en la madrugada y divisan en la orilla uno que está junto a unos pescados sobre unas brasas. Entonces se dan cuenta que es Jesús. Desembarcan (omito otros detalles) y Jesús los invita, y come con ellos. Es Jesús que vive y sigue vivo hasta hoy, en un cuerpo glorioso, pero en carne y hueso de verdad. No espera que lo adoremos como un ídolo, sino que vivamos al modo con que invita a Pedro: "¿Me amas?".
"Señor, sabes que te amo," le dice Pedro. Jesús le contesta, "Apacienta mis ovejas". Pedro estuvo llamado a ser misionero y líder de la Iglesia. Hoy decimos que todo cristiano está llamado a ser misionero por su bautismo. No hay que ser un fanático proselitista cristiano; baste mostrar el rostro de Jesús en el amor al prójimo.
Invito a ver mis apuntes sobre las lecturas de este domingo, del 2016. Para ver, oprimir aquí.
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