Adam Elsheimer (c. 1605), Städelsches Kunstinstitut, Frankfurt |
Este domingo culmina el año litúrgico del 2022 con la solemnidad de Cristo Rey.
Dios reina y reinará desde el madero de la cruz. "Mi reino no es de este mundo," le dijo Jesús a Pilato. Dios reina desde su sencillez y su llaneza, al punto de dejarse crucificar e invitarnos a seguirlo: Jesús es el camino, la verdad, la vida. No es que anhelemos ser crucificados (Jesús tampoco tuvo interés en eso) sino que sepamos que el camino al Padre puede pasar por la crucifixión.
Con todo, a través de los siglos los cristianos se han visto como los militantes (los militares) de Cristo y han visualizado su rol social como el de imponer su interpretación del cristianismo sobre los demás. Han usado un vocabulario correspondiente: "vencer"; "imperar"; vocabulario así. Todavía el himno del Vaticano lo canta así: "Cristo reina, Cristo vence, Cristo impera". Es un recuerdo de cuando se fundó Radio Vaticana en la primera mitad del siglo veinte, cuando el catolicismo se veía en guerra contra la sociedad laicista, la secular society.
Ser un buen cristiano no tiene que ver con imponer ideas sobre los demás. Eso no tiene que ver con el Reino de Dios entre nosotros. El Reino es el de las parábolas que hemos considerado durante todo el año. Es el de la actitud de misericordia, comprensión y perdón y amor al prójimo. Esto es lo que profetizaron los profetas (entre otras profecías): "Te han explicado, hombre, el bien, lo que Dios desea de ti: simplemente, que respetes el derecho, que ames la misericordia y que andes humilde con tu Dios" (Miqueas 6,8); "Esto es lo que siempre deben hacer ustedes: Díganse siempre la verdad unos a otros, juzguen con justicia y procuren la paz en los tribunales; no se hagan daño unos a otros ni juren en falso. Porque yo odio todo eso. Yo, el Señor, lo afirmo" (Zacarías 8, 16-17).
Lo mismo encontramos en la primera carta de Pedro 4,7ss: "Ya se acerca el fin de todas las cosas. Por eso, sean ustedes juiciosos y dedíquense seriamente a la oración. Haya sobre todo mucho amor entre ustedes, porque el amor perdona muchos pecados. Recíbanse unos a otros en sus casas, sin murmurar de nadie. Como buenos administradores de los diferentes dones de Dios, cada uno de ustedes sirva a los demás según lo que haya recibido. Cuando alguien hable, sean sus palabras como palabras de Dios. Cuando alguien preste algún servicio, préstelo con las fuerzas que Dios le da. Todo lo que hagan, háganlo para que Dios sea alabado por medio de Jesucristo, a quien pertenece la gloria y el poder para siempre. Amén."
Y también encontramos en la epístola de Santiago 1,27: "La religión verdadera y perfecta ante Dios, nuestro Padre, consiste en esto: ayudar a los huérfanos y a las viudas en sus necesidades y no contaminarse con la corrupción de este mundo".
Invito a ver mis apuntes de años anteriores: 2016, 2019. Son apuntes largos, no necesariamente se van a leer de un tirón. De todos modos, pueden interesar.
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