El tema de este domingo es nuestra esperanza en la resurrección
En la primera lectura encontramos una madre con siete hijos. Llevados ante el tribunal pagano, prefieren ser martirizados antes que adorar ídolos (comer la carne ofrecida a los ídolos fue también un modo de intentar persuadir a los cristianos). Si no hay resurrección, qué más da: mejor seguir vivo de rodillas, que morir de pie. Mejor comer de la fruta prohibida, si de todos modos sólo existe el momento presente. Pero si hay resurrección, entonces Dios premia, y Dios castiga.
Esperamos que nuestra fe en la resurrección no sea en vano. En el evangelio de hoy Jesús habla de "…los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos". Nuestra firme convicción en la resurrección no es una esperanza egoísta. Está fundada en el amor. Dios es amor y ese amor se manifiesta en nuestro amor por los que nos rodean y por los que pareciera que no merecen nuestro amor. Porque Dios nos ama, en nuestros corazones reside ese mismo amor divino con que Dios también ama a los malvados. Porque Dios nos ama, nos comprende. La resurrección es un resultado natural de esto.
¿Podríamos resistir en una situación como la de la primera lectura, si nos amenazan con garfios y carbones encendidos para que adoremos ídolos? Sólo con el mismo apoyo de Dios, con la misma gracia divina podríamos sobrevivir. Es lo que sucede a diario cuando más de un cristiano se ve en la tentación de ceder y ser un corrupto más del montón. Es hora de recordar nuestra esperanza en la resurrección.
Invito a ver mis apuntes de años anteriores, más elaborados (pinchar sobre el año): 2016, 2019
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