Después de la pascua judía (conocida como Fiesta de los Ázimos) se celebraba la Fiesta de la siega (del trigo) que duraba siete semanas, o cincuenta días; de ahí el nombre griego de la fiesta de Pentecostés. Nótese que la fiesta de hoy se da siete semanas o cincuenta días después del Domingo de Resurrección.
Con motivo de esa fiesta Jerusalén estaría llena de judíos del extranjero (de la Diáspora) y todos entendieron a los apóstoles predicando en su lengua materna. Para nosotros esto simboliza la universalidad del mensaje evangélico. Jesús fue enviado también para reunir a las ovejas dispersas de Israel y ahora también se ve que el mensaje es universal, para todo el mundo.
La segunda lectura está tomada de la segunda carta de San Pablo a los Corintios 12,3b-7.12-13. Nadie puede reconocer a Jesús como Hijo de Dios si el Espíritu no se lo revela. Todos los bautizados y confirmados hemos sido bautizados por un mismo Espíritu, de la misma manera que los apóstoles fueron bautizados con el Espíritu el día de Pentecostés. Y ese mismo Espíritu, siendo uno se manifiesta de diversas maneras según cada uno lo expresa en sus carismas: unos predican, otros curan, otros expulsan demonios, así. Cada uno tiene un don particular, un carisma, un ministerio para servir a los demás. Todos conformamos el Cuerpo de Cristo y así en la liturgia Cristo está presente en la asamblea, tanto como en la Palabra y en el pan eucarístico. Así es como Cristo ofrece al Padre su oficio litúrgico sacerdotal de interceder por todos los humanos.
Nótese que aquí hay un concepto distinto del cristiano. La iglesia no es de los curas, ni es una multinacional. Es una institución conformada por todos nosotros. Los laicos no son clientes de los curas que van a abastacerse un día a la semana y dar un donativo a cambio de ese servicio que da "la compañía". No; por eso papa Francisco intenta que caigamos en cuenta que la Iglesia no es una monarquía feudal, ni es una compañía transnacional moderna. La Iglesia somos todos nosotros bautizados en el agua y en el Espíritu y por eso todos actuamos en la Iglesia y todos somos misioneros y apóstoles, cada uno según su carisma, eso sí.
El evangelio de hoy (Juan 20,19-23) narra otro Pentecostés, cuando Jesús resucitado entra al cuarto donde estaban los discípulos encerrados por miedo a los del Sanedrín. Esto sucedió el mismo domingo de la Resurrección de Jesús. Aun cuando las puertas estaban cerradas Jesús aparece en medio de ellos y les sopla con su aliento comunicándoles el Espíritu Santo. "Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo," les dice.
Invito a ver mis apuntes (oprimir sobre el año) del 2016.
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