Nicolás Poussin, siglo 17 La primera lectura para este domingo está tomada del libro de Isaías 35,4-7a. “Decid a los cobardes de corazón: «Sed fuertes, no temáis»,” comienza el pasaje de la lectura de hoy. En medio de la desgracia del cautiverio babilonio el profeta anima al pueblo a no perder la fe y la esperanza. Los contratiempos suelen venir en tandas y a veces se nos acumulan. Uno termina en el fracaso, derrotado. Así estaba el pueblo de Israel, humillado. Los babilonios abusaban de ellos, los maltrataban. Los israelitas eran como los esclavos en las islas del Caribe, vistos como salvajes de otras tierras cuyos dioses eran superstición. Entonces el profeta anuncia la liberación. Dios sabe de nuestras dificultades y vendrá en nuestro auxilio. “Mirad a vuestro Dios que trae el desquite, viene en persona,” dice. En ese contexto es que ubicamos la vida y hechos de Jesús. Dios mismo ha venido. Y ha venido en persona para “darnos la mano”. Vale cita...
Carlos Ramos Mattei