Para los que tenemos fe, se hace difícil visualizar lo que es no tener fe. Uno piensa que todo el mundo tiene al menos el hecho de su fe como un horizonte que está ahí, pero que no le prestan atención, algo así como el aire que respiramos. Entonces, cuando surge alguna crisis, como la muerte de algún ser querido, aparece también ese horizonte de fe que siempre estuvo ahí. Cuando empecé a dar clases, asumí el punto de vista del ateo en mis explicaciones. Pero pronto me percaté que mis estudiantes no eran ateos. A partir de entonces seguí ofreciendo mis cursos desde la perspectiva de ellos, de cristianos “de la periferia”. En los evangelios Jesús habla de “aumentar la fe”. Los discípulos piden que su fe aumente (Lucas 17:5) y Jesús les dice que si tuvieran fe, moverían montañas o harían que los árboles se arrancaran de raíz y se plantasen en el mar. La verdad es que también se hace difícil visualizar ese tipo de fe. Casi pareciera que Jesús estaba predicando el tipo de fe barata d
Carlos Ramos Mattei