Siento gran simpatía por los españoles. Pero eso no me ciega a sus defectos. Sobre todo cuando se trata del lado negativo de sus tradiciones y su impacto sobre nuestra cultura hispana en América. Aprecio a los españoles como ellos mismos se aprecian y se critican. Pero atrévase alguien de afuera venir a criticar. En los siguientes párrafos el punto que busco proponer es: los españoles no nos pudieron legar algo que ellos mismos no tenían. No nos podían legar la idea de la democracia participativa. Nos legaron, sí, la idea de que hay que oponerse a toda forma de autoridad. Ser un buen español y por tanto ser un buen hispano, equivale a ser anarquista. Por eso nos oponemos y criticamos a todo lo que proponga el gobierno. España nos legó la idea de que la relación entre pueblo y gobierno es adversarial. España nos legó el caudillismo y el caciquismo. Eso implicó un tipo autoritario de gobierno, suavizado por el carisma del caudillo. Y también la idea medieval que lo más
Carlos Ramos Mattei