La primera lectura para este domingo está tomada del libro de Sirá 27,4-7. “Se agita la criba y queda el desecho, así el desperdicio del hombre cuando es examinado,” nos dice. Una criba es un cedazo, un filtro. Al filtrar o pasar los granos por el cedazo, queda el deshecho, el desperdicio, separado del grano bueno. Cuando a una persona se le examina, pasa por el cedazo de ese examen y salen a descubierto sus fallas. De la misma manera, también nos dice que escuchar a una persona que razona resulta ser como si esa persona fuera una pieza de cerámica dentro del horno caliente. Si está bien hecha, sin vicios ocultos, saldrá una vasija bien hecha. Cuando escuchamos a alguien que razona, quedan al descubierto sus pensamientos ocultos. Lo que está oculto en cada uno se ve y se reconoce en las palabras y las ideas de cada uno. De la misma manera el árbol se conoce por sus frutos. Por eso, nos dice, “No alabes a nadie antes de que razone, porque ésa es la prueba del hombre”. D
Carlos Ramos Mattei