Hay quien pueda decir que los Estados Unidos en este momento están tratando de combatir la crisis del capitalismo con más capitalismo. Supuestamente estarían combatiendo fuego con fuego.
Pero esta no es LA crisis, como si ésta fuese la crisis final del capitalismo. “El capitalismo es mucha gente,” diría un jíbaro.
Aun si fuera cierto que “el capitalismo está en crisis”, no es la primera vez que esto sucede. Y ya esas crisis han podido ser superadas, periódicamente. De hecho, hay ecónomos suecos que señalan que la crisis de ahora se parece mucho, muchísimo, a la que se dio en Suecia a comienzos de la década de 1990. Lo dicen porque podrían enseñarle par de cosas a los norteamericanos. Otra cosa es que en Washington estuviesen dispuestos a escuchar.
Los que asumen que el capitalismo está en crisis implican con ello que hay que descartarlo. Por cierto, otro desenfoque en su planteamiento es que también asocian el capitalismo con Wall Street, olvidándose de que hay otras economías muy pujantes en el mundo, como la India y la China… y Suecia. Y la naturaleza de la economía nos sugiere que también esos países volverán a pasar por sus crisis, de igual forma que el cuerpo humano se enferma periódicamente.
Por contraste, en los experimentos con sistemas alternos como en la Rusia de Stalin o la Cuba de Fidel, nunca pudieron salir de la crisis. Su sistema económico nunca pudo despegar y, al contrario, hundió en más pobreza a sus países, una pobreza mayor que la que conocieron antes de esos experimentos “revolucionarios”.
Como sugerido antes, hemos de considerar el sistema económico en analogía con el cuerpo humano. En términos de la economía estamos al nivel de lo que estuvo la medicina antes. Todavía habría que descubrir más acerca de cómo funciona. Entre tanto, está claro que la ley de la oferta y la demanda, por ejemplo, no es un producto de la imaginación y la codicia humana, sino que surge de manera tan natural como el hecho de que en todo grupo humano siempre emerge un líder.
Sabemos que los maestros y la enfermeras, que son tan necesarios, ganan menos que un cirujano plástico. También sabemos que ese cirujano gana menos que un inversionista sin estudios universitarios. Pero eso no se debe a una conspiración “capitalista” para beneficiar a los banqueros, sino a la naturaleza humana.
La manera con que nos relacionamos y nos organizamos para satisfacer nuestras necesidades es espontánea. Pero obedece a la vez a unos esquemas muy parecidos a los esquemas lingüísticos gramaticales. Con el lenguaje podemos decir muchas cosas espontáneas, pero nos salen siempre dentro de unos esquemas gramaticales. Así la economía.
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