El ayuno tiene sentido dirigido al socorro de los pobres. |
San Pedro Crisólogo en uno de sus sermones indica que hay tres cosas por las que se mantiene la fe y aumenta la devoción. Esas tres cosas son el ayuno, la limosna y la misericordia.
Luego nos dice: el ayuno nos lleva a ser sensibles a las necesidades de los demás; el ayuno es el alma de la oración.
Para mí que hay algo más que decir. Es esto: el ayuno no es un fin, sino un medio. Si el ayuno se convierte en un fin por sí mismo, entonces se torna en masoquismo.
Los hay que dicen que hoy los que quieren rebajar o mantenerse en forma atlética castigan más a su cuerpo y ayunan más que los monjes en el monasterio.
Pero el vicio en ese argumento es que pone su enfoque y su énfasis en la penitencia misma. Esto presenta el peligro de que alguien termine en la vanidad de ser una especie de atleta espiritual con sus penitencias logradas.
El punto del ayuno y la penitencia no es el ayuno en sí mismo, sino la razón por la que se ayuna.
El ayuno, como dice San Pedro Crisólogo, lleva a visualizar el hambre de los necesitados. Y también, me parece, libera el espíritu para la oración y eso es lo que quizás quiere decir él con aquello de que “el ayuno es el alma de la oración”.
Hay algo más, me parece. El ayuno puede ser un medio para ahorrar el dinero o los bienes que luego uno podrá distribuir como limosna.
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