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Juzgar como proyección del resentimiento

Jean Béraud, La Magdalena en casa del fariseo

Una de las características de los fariseos es juzgar a los demás desde la perfección de la propia vida. Un verdadero cristiano no juzga.
Está el caso de la empleada en el consultorio de un médico que a cada paso saboteaba las órdenes del médico. Una compañera un día le preguntó: “Oye, ¿Qué pasa?” 
Con un tono rencoroso le dijo, “Lo vieron salir de una casa donde se practican abortos”. Su juicio sobre la persona del médico justificaba su conducta hacia él.  
Pero las apariencias engañan. El doctor fue a aquella casa a socorrer una infeliz a quien alguien, que no era un médico, intentó practicarle un aborto.
A veces nos convertimos en los jueces justicieros de las personas y sin pensarlo mucho nos vengamos de su supuesta maldad. Pero es que no hay maldad tan grande que pueda justificar otra maldad. 
La actitud cristiana se puede ver en el evangelio de Mateo capítulo 7 versículo 1. 

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