La pobreza es una enfermedad, no es una condición normal. Mucho menos se le puede considerar como una virtud, como no se puede considerar virtud la falta o la ausencia de una perfección.
Como la salud humana, la salud económica de las sociedades nunca será perfecta.
En la historia de la medicina se diagnosticó de manera reduccionista, es decir, reduciendo todas las diversas condiciones de salud a una sola causa. Ese fue el caso de la teoría de los humores de Aristóteles, lo mismo que la teoría del exceso de sangre que llevó a la práctica de sangrar la gente que duró siglos, que se recetaba como remedio para todo tipo de enfermedades graves, hasta para la tristeza. Todas las enfermedades se reducían al balance de los humores y la cantidad de sangre.
Imaginar solamente que alguien tiene fiebre y está enrojecido. “Se ve que es exceso de sangre,” dirá el médico. Le practican el sangrado. La persona se torna pálida y fría. “¿Ve que funciona?,” dirá el médico. De la misma manera hablan de la medicina o la educación en Cuba. Hay mejoría, pero al precio de… Además de ser una mejoría falsa.
En la llamada medicina natural o naturista hoy pasa algo parecido. Todo se reduce a una alimentación equivocada y hay que purificar el colon. Imagínese usted el resto.
El error del reduccionismo se ha dado también en el campo económico-social. Se ha dicho que la codicia es la causa de la pobreza. También que la pobreza es culpa de los ricos. O se ha apuntado a la corrupción gubernamental. Hasta hay quien ha reprochado la misma indisciplina de los pobres. Y claro, el coco por antonomasia, hay quien diga que la pobreza es el resultado de la intervención de los gobiernos extranjeros o de las compañías multinacionales.
Piense: si usted tiene millones y millones para montar fábricas y telares, o productos farmacéuticos, etc. ¿Lo invertiría en un país en que secuestran a los ejecutivos, o en que de un día para otro el gobierno se incauta de los activos, o en que la “mordida”, la corrupción, es la orden del día? Y aparte de eso, ¿Qué tal si la electricidad va y viene a capricho y el agua está contaminada…? Para elaborar productos hay que tener ciertas condiciones de disciplina gubernamental, nacional. ¿Qué tal si usted no puede garantizar la calidad o la salubridad de las carnes y vegetales que desea exportar? Y aparte de eso, ¿Hay un sentido de los horarios y los relojes en el país? Está claro que yo no arriesgaría mi dinero en un país así. Ni siquiera iría como turista. Y los pobres sufren las consecuencias.
En 1980 Korea del Sur era un país agrícola, con una economía bastante limitada. A los diez años de fundar Samsung, los coreanos ya empezaban a competir de tú a tú con… no con los americanos, sino con los japoneses. Sucedió la mismo con la manufactura de autos. En el siglo 21 los autos coreanos compiten de tú a tú con los mejores del mundo.
Entre tanto la industria automotriz en Estados Unidos no vale mucho, sus autos son “leña” y por eso aquellos monstruos de otrora de las fábricas de Detroit hoy están al borde de la quiebra. ¿Sucedería esto si los norteamericanos tuvieran tanto poder de control en el mundo?
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Al reducir el diagnóstico a un elemento común y singular, entonces se ha pensado que sólo existe una solución, digamos, capitalismo, o socialismo.
Pero en el mundo de la realidad las cosas no necesariamente son en blanco y negro. En la medicina, unas enfermedades no tienen que ver con otras y una medicina que cura la gripe no cura la sarna. Más aún, las medicinas curan, pero también producen efectos secundarios indeseables. Piénsese lo mismo en términos de la economía.
Eso no justifica que a nombre del progreso futuro se tenga en una miseria desesperada a la población, como si eso fuera un efecto secundario de la medicina. En algunos casos de cáncer se reconoce que los remedios son peores que la enfermedad y ya los médicos han dejado de tratar ciertos tipos de cáncer porque… si se aplican los tratamientos los enfermos mueren más rápido y más dolorosamente.
Hay que ver las cosas con sentido común.
Diferentes sociedades han padecido diferentes enfermedades en diferentes épocas. No hay una solución común, un elixir milagroso.
Pero con sobriedad podemos estudiar la economía como medio para socorrer a los pobres, de la misma manera que tras unos siglos de observación y estudio la medicina ha podido dar con una pluralidad de soluciones para una pluralidad de males. Aparte de eso, siempre hubo charlatanes buscando aprovecharse de los incautos, hasta el día de hoy.
Digamos que en economía estamos al nivel que estuvo la medicina a finales de la Edad Media. Las enfermedades, como la pobreza, no son culpa de algún maleficio o alguna voluntad perversa que conspira en cuartos oscuros.
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