Fresco de una catacumba |
La primera lectura para este domingo está tomada del Libro 2° de los Reyes, capítulo 4, versículos 42-44. Llega uno y le trae veinte panes frescos al profeta Eliseo. El profeta entonces le dice que se lo reparta a la gente para que coman. Probablemente un pan era el equivalente de una libra de nuestro pan hoy día. Entonces, los 20 panes podrían ser suficientes para unas 30-40 personas.
El criado protesta. «¿Qué hago yo con esto para cien personas?» Eliseo pretendía ser desprendido con aquel regalo. El criado le recordó que no había suficiente pan para tanta gente. Pero Eliseo insiste, «Dáselos a la gente, que coman. Porque así dice el Señor: Comerán y sobrará.» Entonces sucede así. El pan se reparte y hasta sobra, como lo anunció el Señor por boca de Eliseo.
Así, la primera lectura anuncia el tema del evangelio de hoy, la multiplicación de los panes que se reparten entre la multitud.
El salmo responsorial canta los versículos del Salmo 144,10-11.15-16.17-18. Son unas líneas de alegría, de alabanza a Dios por todas las cosas buenas que nos da.
Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente.
Dios se acuerda de los que lo invocan con sinceridad.
La segunda lectura continúa con la Carta de San Pablo a los Efesios 4,1-6. En el pasaje de hoy Pablo exhorta a los miembros de la comunidad de Éfeso para que vivan de acuerdo a su fe. Una vez hemos tenido la experiencia de conversión hemos de vivirla traducida a la vida diaria. El cristiano ya no puede vivir sujeto a las reglas de juego de la vida pagana. Ya no somos paganos. Y esta experiencia de fe y de conversión se da en términos de la vida comunitaria. La fe es una experiencia privada, pero se expresa en la vida de la comunidad.
“Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos; sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz,” dice San Pablo.
El evangelio de hoy está tomado del evangelio de San Juan en el capítulo 6,1-15. Nos presenta el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Como en la lectura del domingo pasado, vienen muchos a escuchar lo que anuncia Jesús. El mensaje: Dios ya está con nosotros y llega el momento final. Corre la voz de que Jesús cura muchos enfermos, una señal de que expulsa demonios. Eso también significa que es cierto, es una señal de que llega el fin.
En la narración Juan indica que fue en los días cercanos a la celebración de la pascua, la fiesta de la liberación de la esclavitud de Egipto. De esa manera el milagro está asociado a la liberación del pueblo hebreo, los judíos.
Pero en vez de decir que coman de pie, como lo indica el ritual de la pascua, Jesús le dice a la multitud que se recuesten en la grama. Ello recuerda la imagen del pastor y las ovejas.
Nos dice un estudioso de la Biblia que esto, que a nosotros se nos pasa sin fijarnos, es importante. El sentido original es el de recostarse, no de sentarse en el suelo. En el mundo mediterráneo de entonces uno comía de cualquier manera, a diario. Pero para los banquetes, uno se recostaba. Era la manera formal, algo así como vestirse para la ocasión. Jesús anuncia un banquete.
“Decid a la gente que se siente en el suelo,” le dice Jesús a sus apóstoles y discípulos. Les dice que vayan entre la multitud, como los sirvientes, acomodando los grupos. Entonces reparte tanto pan y tantos peces –de seguro, siempre con los apóstoles y discípulos– que todos quedan saciados. Al final le dice a los discípulos que vayan como los sirvientes al final de un banquete, a recoger las sobras para que nada se desperdicie.
La gente, al ver el signo realizado, alaban a Dios. “Éste sí que es el Profeta que tenía que venir,” dicen. Jesús se esconde porque querían proclamarlo rey.
Comentario breve
En el siglo 20 se logró adelantar bastante en el análisis científico de la Biblia. De esa manera hemos podido entender mejor el marco histórico y algo del sentido original de las narraciones en los evangelios. Este es un trabajo que todavía está en marcha, es un trabajo vivo.
Es algo parecido a la exploración del cosmos. Los estudiosos se inquietan por tantas interrogantes y buscan aclarar lo que necesita explicarse. De esa manera algún día corregiremos la visión de las cosas de Einstein, por ejemplo, de la misma manera que hemos corregido la teoría de que los catarros son resfriados.
En las última décadas hemos comenzado a investigar los evangelios en el contexto de la fe. Está el Jesús histórico, sobre el que se puso el acento en el siglo 20. En el último tercio del siglo 20 se comenzó a retomar el Jesús de la fe. Y esto se ha venido haciendo con el beneficio de los estudios históricos.
El Jesús de la fe en el contexto de los estudios bíblicos no es el de la fe de hoy día. Es el que vieron los apóstoles y los seguidores de Jesús. La multiplicación de los panes y los peces puede analizarse de muchas maneras piadosas. También puede analizarse con una mentalidad de ciencia positivista (no hubo milagro; sólo generosidad en el compartir cristiano entre los presentes). Todo eso es válido.
También puede analizarse en términos de cómo se define con los ojos de la fe de los presentes, en la medida que esto pueda ser posible. Para comenzar, hubo un milagro como lo entendemos hasta hoy día.
Fue un banquete. De esa manera, las celebraciones eucarísticas de las reuniones de cristianos en los primeros tiempos tenían ese mismo carácter, originalmente. Era una de las señales de los últimos tiempos. Dios había llegado para recoger y reunir a las ovejas perdidas y dispersas y llevarlas finalmente al aprisco, al reino de los cielos.
Ese también es el sentido de nuestras celebraciones eucarísticas, un gustar anticipado de la llegada del Reino.
Hará Yahveh Sebaot a todos los pueblos en este monte un convite de manjares frescos, convite de buenos vinos: manjares de tuétanos…
…consumirá a la Muerte definitivamente. Enjugará el Señor Yahveh las lágrimas de todos los rostros, y quitará el oprobio de su pueblo de sobre toda la tierra, porque Yahveh ha hablado…
…Se dirá aquel día: "Ahí tenéis a nuestro Dios: esperamos que nos salve; éste es Yahveh en quien esperábamos; nos regocijamos y nos alegramos por su salvación.”
–Isaías 25,6-7;9
Podemos pensar que esas líneas de Isaías eran conocidas por los comensales de Jesús, aunque fuese indirectamente. Por eso reconocieron en el milagro la llegada del Reino.
Si seguimos leyendo lo que sigue en el evangelio de Juan luego de esta narración, nos daremos cuenta de que el evangelista hilvanó una serie de dichos de Jesús en torno al tema de sí mismo como pan de vida. En este sentido valga recordar lo apuntado en la Sagrada constitución sobre la liturgia, del Concilio Vaticano Segundo, §7.
…Cristo está siempre presente en su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica. Está presente en el sacrificio de la Misa, sea en la persona del ministro… sea sobre todo bajo las especies eucarísticas. … Está presente en su palabra, pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es El quien habla. Está presente, por último, cuando la Iglesia suplica y canta salmos, el mismo que prometió: "Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos" (Mt., 18,20). … y así el Cuerpo Místico de Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro. En consecuencia, toda celebración litúrgica… obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia…
En el § 8 continúa:
En la Liturgia terrena pregustamos y tomamos parte en aquella Liturgia celestial, que se celebra en la santa ciudad de Jerusalén, hacia la cual nos dirigimos como peregrinos… cantamos al Señor el himno de gloria con todo el ejército celestial; venerando la memoria de los santos esperamos tener parte con ellos y gozar de su compañía; aguardamos al Salvador, Nuestro Señor Jesucristo, hasta que se manifieste El, nuestra vida, y nosotros nos manifestamos también gloriosos con El.
Hace unos mil años hubo una confusión –a su vez, mil años después de los primeros cristianos– al poner el énfasis sobre el pan de la eucaristía. En el contexto de un mundo supersticioso, se encuadró la presencia de Cristo dentro de un enfoque materialista. Entonces se perdió el verdadero sentido eucarístico que encontramos en la lectura del evangelio de hoy.
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