El tema de este domingo es la parábola de los jornaleros
La primera lectura de hoy está tomada del profeta Isaías 55,6-9. «Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras esté cerca; que el malvado abandone su camino, y el criminal sus planes,» nos dice. Es una exhortación a cambiar el enfoque de nuestras vidas.
El salmo responsorial responde a la primera lectura con versículos del salmo 144,2-3.8-9.17-18. «El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos,» cantamos.
La segunda lectura de hoy comienza la lectura de la carta de San Pablo a los Filipenses, capítulo 1,20c-24.27a. Dice Pablo, «Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir.» Y más adelante añade, «Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo.».
El evangelio de hoy continúa la lectura de San Mateo, en el capítulo 20,1-16. Es la parábola de los jornaleros. Recuerda la parábola del hijo pródigo en esto: pareciera que el enfoque en ambas parábolas es la envidia que pueden tener los justos al ver la buena fortuna de los que llegan tarde a la salvación. En la parábola del hijo pródigo fue el hermano que se quejó. En la parábola de hoy son los jornaleros que estuvieron trabajando todo el día, los que se quejan. Pero a fin de cuentas la salvación es la misma para todos.
Esto es algo así como un barco que se hunde frente a la costa y los tripulantes se tiran al agua. Todos nadan hacia la costa. Entonces unos llegan primero, mientras que otros tardan y tienen que bracear con fuerza y con mucha dificultad. Al final también llegan y logran salvarse ellos igualmente. ¿Los que tuvieron que pasar tanto trabajo van a envidiarle a los otros el que llegaron con tanta facilidad a tierra? Lo importante es que todos llegaron a tierra.
Claro, hay una diferencia entre el cuento de los náufragos y el de los jornaleros. Los náufragos se salvaron por su propio esfuerzo. Además, no había relación entre el esfuerzo y el llegar a tierra. Lo importante era poder llegar a tierra.
En el cuento de los jornaleros uno bien puede pensar que debe haber una relación entre el premio y el trabajo cumplido. Pero eso es un asunto del hacendado que contrata y su decisión es inapelable. El premio que el hacendado da no tiene que ver con el esfuerzo que uno ponga.
Por eso es que en la primera lectura de hoy Dios dice por boca de Isaías, «Mis planes no son vuestros planes». (1) No podemos pretender adivinar lo que Dios piensa; (2) no podemos asumir que nuestra justicia es superior a la de Dios; (3) qué más da, compadre, si todos ganamos.
El purgatorio
La manera de pensar del hermano del hijo pródigo y de los jornaleros que estuvieron todo el día sudando bajo el sol para terminar ganando lo mismo que los que llegaron al atardecer, motivó la idea del purgatorio. Fue un razonamiento algo así como lo que sigue.
Están los que siempre fueron personas justas, que observaron la Ley –los mandamientos– y fueron temerosos de Dios. También están los que no respetaron, ni a Dios, ni a las leyes, que no sintieron pudor ni vergüenza en cometer todo tipo de fechorías.
Pongamos que uno de esos malvados se arrepiente. Antes, disfrutó de banquetes y de dinero mal habido, se aprovechó de mujeres y engañó a otras tantas, la pasó muy bien el muy pícaro. Ahora va, se confiesa pecador y muere.
- -- PARENTESIS --
- Pongamos por caso a Himmler, a quien Hitler puso a cargo de supervisar toda la operación para eliminar a todos los judíos. Himmler fue un católico fervoroso y desde su catolicismo conservador coincidía con el pensamiento nazi de que los judíos y los masones eran una amenaza para la sociedad. Imaginémoslo presentándose a las puertas del cielo.
- Lo mismo podemos decir de Robert Hanssen que como agente de la FBI causó uno de los grandes desastres de filtración de información a los rusos. Hanssen era miembro del Opus Dei y andaba con un rosario encima todo el tiempo. Por su culpa cientos de espías y encubiertos fueron ejecutados por los soviéticos. Imaginémoslo a las puertas del cielo.
Massiel y el papa Juan Pablo II - Está el caso del presbítero mejicano Marcial Massiel que cometió todo género de abusos sexuales, contra niños, jóvenes, mujeres. Tuvo hijos ilegítimos y entre tanto se hizo pasar como «santo» fundador de los Legionarios de Cristo. Le dio mucho dinero al Vaticano y por eso apareció más de una vez retratado con el papa Juan Pablo II.
- -- Termina el PARENTESIS --
El malvado arrepentido se presenta a las puertas del cielo. Junto a él llega una de sus víctimas en vida, que fue justo y que sufrió por ser una persona buena. ¿Está bien que entren juntos al cielo?
Así fue que algunos pensaron en la idea del purgatorio. El malvado debe arrepentirse para tener acceso al cielo, pero también debe pagar por su maldad. El purgatorio será un tiempo de encarcelamiento en medio de unos sufrimientos iguales a los del infierno. Una vez pague su condena, el que antes fue malvado y luego se arrepintió tendrá finalmente derecho de ir al cielo.
En nuestros días el tema del purgatorio interesó al papa Benedicto XVI, que al menos propuso en una ocasión la inexistencia del limbo El limbo sería el lugar a donde van los bebés no bautizados. Papa Benedicto propuso que el purgatorio no es un lugar de castigo, ya que no tiene sentido pensar que Dios sea vengativo El castigo por el pecado es un acto de venganza
En la visión de papa Benedicto el purgatorio es el mismo camino de purificación del alma en su ascensión a Jesús. El purgatorio es el mismo Jesús cuyo amor es un fuego que va consumiendo nuestros deseos y nuestras inclinaciones para llevarnos a la unión con el Padre
Dios no castiga.
¿Los malos se van a salir con la suya?
- En el Antiguo Testamento tenemos unas cuantas citas en que se declara que los malos serán como paja que se quema.
- Salmo 68,3-4 – “como el humo se disipa, se disipan ellos; como se derrite la cera ante el fuego, así perecen los impíos ante Dios. En cambio, los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría.”
- Apocalipsis 20,14 – La Muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego - este lago de fuego es la muerte segunda -
- No nos toca a nosotros juzgar. A nosotros nos toca amar como Dios ama. Dios ama a los malos. Si los malos insisten en su impiedad, eso es cosa de ellos y de Dios con ellos. No tiene que ver con nosotros.
A nosotros nos toca evitar ser como el hermano del hijo pródigo y los jornaleros que estuvieron desde el amanecer trabajando, todo el día. No hay por qué envidiar a los que tienen la buena fortuna de los que se salvan, aunque sea a última hora.
La conversión a Dios implica forzosamente el arrepentimiento por la vida pasada. Ese arrepentimiento implica dolor por la infidelidad a Dios. En esa misma experiencia es que se da el purgatorio, como lo propuso papa Ratzinger. El purgatorio es la misma purificación del alma en su camino hacia Dios. Nos dijo Isaías en la primera lectura,
que el malvado abandone su camino,
y el criminal sus planes;
que regrese al Señor, y él tendrá piedad.
De la misma manera cantamos en el salmo responsorial,
El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente.
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