Sobre la solemnidad de María, Madre de Dios, remito a mis apuntes del año pasado, que a su vez remiten a los apuntes de años anteriores.
En este domingo día 2 de enero y 2º del ciclo de Navidad nos detenemos una vez más a contemplar a Jesús, Dios con nosotros. La primera lectura (Eclesiástico 24,1-2.8-12) presenta el tema de la Sabiduría divina. Dios creó el mundo y a nosotros en el mundo como un proyecto de su mente desde toda la eternidad. A través de la historia del pueblo de Israel nos reveló su mente, su sabiduría, sus designios. Esa revelación es para nosotros saber de su Palabra. De la misma manera que entre los humanos la palabra expresa lo que está en la mente de uno, así la historia de Israel, de la ley y los profetas, es revelación de la Palabra de Dios, que sigue accionando en el mundo.
En el evangelio de hoy (Juan 1,1-18) tenemos el testimonio del apóstol, de que Jesús es la Palabra encarnada, la culminación de la Revelación de Dios. Quién ve a Jesús, ve al Padre, dirá Jesús de sí mismo más tarde, por testimonio de Juan también.
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