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Domingo 26 del Tiempo Ordinario, Ciclo A

 


El evangelio de hoy nos llama a no ser fariseos y trata de dos hermanos que escucharon el llamado de su padre. Uno cumplió y el otro no cumplió. 

La primera lectura de hoy es del profeta Ezequiel 18,25-28. El pasaje trata sobre la responsabilidad individual de cada uno. Veamos lo que dice en contexto.

"Ustedes dirán: 'El proceder del Señor no es correcto'", le dice Yahvé a su pueblo por boca del profeta Ezequiel. Antes de llegar a esto Dios le estaba diciendo al pueblo que cada uno debe ser responsable de sus hechos, una idea que parece que en aquel momento sonó extraña, algo nuevo. El lector puede ir a leer el capítulo 18 (son unos párrafos, no es tan largo). 

Ezequiel profetiza al momento de la invasión de los babilonios, que se llevaron al pueblo judío a servirles de esclavos en Babilonia. Esto fue visto como un castigo colectivo, en que pagaron justos y pecadores. Pero ahora Ezequiel les dice que ante Dios cada uno es el responsable de sus actos y habrá vida para los que cumplen la Ley y muerte para los que no la cumplan.

En el salmo responsorial recitamos versos del salmo 25(24),4bc-5.6-7.8-9. "Muéstrame, Señor, tus caminos, enséñame tus senderos."

La segunda lectura continúa con la carta de San Pablo a los Filipenses 2,1-11. Este es el pasaje conocido como el de la kenosis, o de la humildad de Jesús. Pablo nos exhorta a adoptar la misma disposición de servicio que tuvo Jesús, que se olvidó de su propia dignidad para sacrificarse por nosotros. No estimó tanto su divinidad, no se consideró superior a nosotros, sino que consideró importante ofrecerse para nuestra salvación. Los discípulos no podemos menos que imitar al maestro.

El evangelio está tomado de Mateo 21,28-32. El pasaje está ubicado en una serie de anécdotas de la polémica continua que Jesús sostuvo con los fariseos y los dirigentes del pueblo judío. Los fariseos se veían a sí mismo como justos y correctos porque se esmeraban en cumplir la Ley de Moisés. Pero Jesús les dice que en realidad no la cumplen porque se despreocupan del prójimo y sus necesidades.

Para ilustrar su punto Jesús habla de un padre que le pidió a sus dos hijos que fueran a trabajar a su viña. Uno se mostró dispuesto, pero después en realidad no fue. El otro se mostró indispuesto (dijo que no, que no iría), pero a fin de cuentas fue. ¿Quién hizo la voluntad del padre? Jesús les subraya que el que realmente fue a pesar de no parecer estar dispuesto a ir, ese fue el que cumplió la voluntad del padre.

Esto puede verse como Dios que le pide a los fariseos que trabajen en el llamado a la conversión de los corazones al modo con que lo formuló Ezequiel en la primera lectura. Dios también llamó a Juan a predicar esa conversión con el signo del bautismo en el Jordán. El primer hijo --los fariseos-- parecen estar dispuestos a cumplir la voluntad del Padre, pero en realidad no la cumplen, porque no son solidarios con la justicia. En cambio Juan, que no parecía estar pendiente de la Ley y sus detalles, él sí cumplía la voluntad de Dios al ejercer una religión del corazón y no de las obras. 

"Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él," les dice Jesús. La justicia de Dios no es la de las obras de la Ley, sino la del corazón con ánimo de bondad y de solidaridad con las necesidades de los demás.

Las personas son más importantes que las leyes. ¡Todavía hoy esto se hace difícil de entender! Es que nuestro orgullo (típico de los fariseos) nos lleva a escudarnos detrás de las leyes para sentirnos justificados. Esto es así tanto entre gente de iglesia como entre ateos y paganos. 

En el 2020 y con motivo de este domingo puse unos apuntes sobre la eutanasia que también vienen al caso sobre este tema de la observancia de las leyes y las consideraciones verdaderamente humanas en sentido positivo. Invito al lector a verlos oprimiendo aquí



 

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