En el evangelio de hoy encontramos el tema de la fe cuando Jesús realiza milagros
En el evangelio de hoy se dan dos milagros. Uno es la curación de la hemorroisa y el otro es la resurrección de la hija de Jairo. Encontramos ahí dos temas, el de la resurrección, y el de Jesús imbuido del poder del Espíritu, como lo vimos en el episodio del domingo anterior, cuando calmó las olas embravecidas.
Por el testimonio de los evangelios vemos que Jesús fue alguien especial: el mar y las olas le obedecían y toda la naturaleza, como lo vemos en sus curaciones. En el evangelio de hoy camina por las calles estrechas del pueblo mientras va rodeado de todos los que le siguen (no todos eran discípulos, de seguro la mayoría eran curiosos). En ese escenario la mujer que espera un milagro busca acercarse y tocarle al menos su manto. Basta que toque su manto para poder curarme, se dice. Y así sucede. Ella se acerca, toca su manto y al momento queda sana.
Entre tanto llegan de la casa de Jairo a decirle que la hija ya murió. Pero Jesús le dice a Jairo, «No temas; basta que tengas fe». Siguen hasta llegar a la casa y se encuentran a los que ya se lamentan por la muerte de la niña. Pero Jesús dice que está dormida. Se acerca, le ordena a despertarse y al momento la niña se levanta.
En ambos casos (la hemorroisa, Jairo) se requirió tener fe en Jesús como el ser especial que era. Los milagros confirman que lo es y también confirman la llegada del Reino de Dios.
Notar que no podemos ser pasivos ante la salvación que se nos ofrece. La salvación se da en el contexto de nuestra cooperación, de nuestra relación con Jesús.
Invito a ver mis apuntes sobre este domingo, del año 2018, 2021 (pulsar sobre el año).
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