El evangelio de hoy continúa la lectura del evangelio de san Juan que venimos leyendo en los últimos domingos. De nuevo Jesús se pronuncia, en continuidad con el evangelio de los últimos dos domingos: «Yo soy el pan bajado del cielo». De nuevo, valga recordar que esto se puede tomar en el sentido del pan eucarístico como alimento para los cristianos, tanto como la Palabra de Dios que es Jesús y que es la Escritura como alimento igual para los cristianos.
La fe no es asunto de definiciones teológicas y por eso no es de lamentar que la mayoría de los católicos no puedan recitar la definición de la transubstanciación, cuando quizás ni conocen esa palabra.
Está el caso del que se declaró a la chica con un análisis científico del amor.
—Eres la que me provoca un aumento del 65% de mis esteroides andróginos en la sangre.
—¿Qué? —reacciona la chica, perpleja.
Qué tal una declaración haciendo caso omiso de la lógica o las definiciones.
—Te digo que estoy enchulado contigo.
—Qué chulería, yo también.
Por eso es que uno puede explicar a Dios y la eucaristía a alguien con toda la ciencia, lógica y filosofía del mundo y no con eso la va a convencer. La experiencia de la fe es la experiencia del amor.
Hemos de distinguir entre el Dios de los filósofos y teólogos y el Dios de la Biblia.
El Dios de los filósofos y teólogos hasta puede verse como un ídolo. Obsesionarse con las definiciones de Dios y de la eucaristía es como obsesionarse con ideas que son ídolos. Por eso podemos decir que los tradicionalistas católicos caen en el fetichismo de las formas externas.
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Cuando uno se enamora la vida no tiene sentido sin la persona amada. De esa manera hemos de tomar lo que Jesús nos dice, «Yo soy el pan de vida».
Lo demás, son detalles: Jesús presente en la comunidad cristiana, en el amor al prójimo, en el pan eucarístico.
No caigamos en el fetichismo de los objetos y las representaciones. Lo importante es lo que los signos (sacramentos) expresan, lo que es el fundamento de lo signos.
No hay que exagerar en uno y otro extremo en términos de la expresión de nuestra experiencia de la fe. La vida de fe se expresa, tanto en la oración o la orientación directa de nuestra mente hacia Dios, como en nuestra relación al prójimo en la eucaristía como oración comunitaria. Nuestra vida de fe se da tanto el domingo en la iglesia, como en el resto de nuestra vida social durante la semana.
Al hablar de la vida de perfección cristiana no hay que sólo pensar en vivir de continuo frente a Jesús sacramentado. También la vida del cristiano en la calle debe verse como vida de perfección cristiana. Lo uno y lo otro (la vida enclaustrada con devoción eucarística y la vida del cristiano en la calle) son ambas formas legítimas de vivir la fe.
De la misma manera no hay que pensar que Jesús sólo es pan de vida en el pan eucarístico. También es pan de vida en las Escrituras, en el compartir cristiano con los demás, en la orientación de la vida hacia los valores asociados al amor al prójimo, en su continuo estar ahí junto a nosotros, de la misma manera que nosotros caminamos junto a los demás.
Invito a ver mis apuntes del año 2018 (pulsar).
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