En el siglo XIII, en la época de Santo Tomás de Aquino, las obras de Aristóteles, que habían sido olvidadas desde la Antigüedad, comenzaron a estar disponibles de nuevo, sobre todo en los ambientes universitarios. Eran “lo último de la avenida” entre los estudiosos de la Universidad de París, donde Santo Tomás era profesor. Las traducciones al latín habían sido hechas en España a donde fueron traídas por los árabes de diversas partes del mundo. En aquel entonces estas obras ofrecían una nueva y excitante forma de ver el mundo. Muchos estudiantes entusiastas de Aristóteles lo adoptaron como una manera alterna de interpretar el cristianismo. La reacción de muchos cristianos, particularmente entre los intelectuales de entonces, fue denunciar Aristóteles como un enemigo de la fe cristiana. Hubo un segundo enfoque, de los que trataron de mantener la visión tradicional cristiana y la visión aristotélica una al lado de la otra en paralelo, sin ningún intento de reconciliar las dos. Esta maner...
Carlos Ramos Mattei