En tiempos del Renacimiento habría quien denunciara enérgicamente que se estaba olvidando la belleza de los manuscritos iluminados. Resultaba más barato, y hasta más lucrativo, producir los libros en una imprenta, por cantidades. Más aún, los libros hechos a mano eran tan caros, que sólo la Iglesia y los grandes aristócratas podían comprarlos. Al poder imprimir libros en grandes cantidades, aun con ilustraciones y grabados, cada libro se podía vender más barato, mucho más barato. Producir un manuscrito iluminado era bien costoso. Había que mantener un equipo de escribanos durante varios años, más el costo de los pergaminos, del papel y la tinta. Y también, para llegar a ser un buen calígrafo se tomaban años. Si se ve el manuscrito iluminado como una obra de arte, entonces valía la pena. Pero para el siglo quince había mucha curiosidad por la información que había en los libros. Había una demanda por los libros como objetos de lectura. Entonces, no es lo mismo obt
Carlos Ramos Mattei