El triunfo de Santo Tomás de Aquino sobre los herejes |
Vaticano II fue la culminación de varios movimientos que se fueron dando en el cristianismo desde la época del Cardenal Newman. De ahí que alguien dijera que el Concilio fue “el concilio de Newman”, por su gran influencia.
Newman estimuló el interés en los primeros cristianos, y el modo de darse el cristianismo antes de su inculturación dentro del helenismo bajo la influencia del neoplatonismo. Aun si ya el protestantismo se inició con este interés, Newman descubrió algo nuevo. Los protestantes ya lo habían descubierto, pero no se percataban del todo de lo que sólo captaban de modo inconsciente. Newman descubrió de manera consciente el sentido evangélico de la fe.
Esto es, con Newman y otros con él (tanto en el catolicismo, como en el protestantismo, pero sobre todo en el protestantismo - pensemos por ejemplo en Kierkegaard) caímos en cuenta de que el cristianismo no es una doctrina filosófica, ni una propuesta teológica. El catolicismo no es un conjunto de ideas, ni se concreta en unos pensamientos. Defender el cristianismo no es defender un credo como tal.
El cristianismo es un camino, una vía, un modo de vivir la vida a partir de la experiencia del encuentro con Dios, del encuentro con Cristo.
Esto es una verdad muy importante al momento de aceptar que todos los cristianos somos hermanos, no importa a qué iglesia pertenezcamos o de qué forma cultural expresemos nuestro cristianismo.
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