El evangelio de este domingo nos presenta la transfiguración de Jesús sobre el monte Tabor.
La transfiguración de Jesús puede representar para nosotros varias cosas. Para los tres discípulos (Pedro, Juan y Santiago) quizás fue un modo de fortalecerlos en su fe en vista del espectáculo que luego verían, del Jesús de la Pasión. Para ellos y para nosotros es un contemplar la verdad del Resucitado y la condición de nuestro futuro junto a él. Y su ubicación en el segundo domingo de Cuaresma es un recordarnos nuestra transformación en un hombre nuevo, una mujer nueva, gracias a la obra del Espíritu que nos lleva a la conversión de vida.
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