Como apuntado en otros momentos en este blog, San Jerónimo tradujo la Biblia al latín en el siglo 4º después de Cristo. Los evangelios fueron escritos originalmente en griego y Jesús y sus discípulos hablaban en arameo. La traducción de San Jerónimo prevaleció por siglos y nadie la cuestionó. Claro, nadie sabía griego.
En el siglo 15 ya muchos estudiosos conocían el griego y Erasmo de Róterdam publicó una traducción en griego del Nuevo Testamento. Fue por entonces que nos percatamos de que San Jerónimo tradujo "penitencia" donde el griego original tenía "conversión".
Esto quiere decir que cuando Juan Bautista predicó, invitó a la conversión de vida, no a la "penitencia" en el sentido medieval.
Los medievales tenían unas ideas particulares sobre el proceso de arrepentimiento que ellos heredaron de sus antepasados paganos germánicos. La forma más remota, más antigua, de pagar por los pecados era enfrentándose a la furia vengadora de los ofendidos. En el proceso de civilizarse de aquellas sociedades el rey reclamó el derecho a poner orden, sustituyendo la venganza individual que llevaba al desorden, por su propia voluntad justiciera. El rey decidía la culpabilidad y el castigo. Así los germanos cristianizados trasladaron el derecho a juzgar y castigar, a Dios. En las tradiciones germánicas también existía la ley del wergild, que consistía en pagar una cantidad de dinero en satisfacción por las ofensas, o pecados. Tuvo sentido pensar que uno podía satisfacer por los pecados mediante castigos como azotes, "penitencias" y dinero en forma de donativos a la iglesia. En el catolicismo estuvo duró hasta el siglo 20.
Con el Concilio Vaticano II se recuperó el sentido original de la "penitencia" como conversión de vida. De nada vale donarle millones a la iglesia si la persona sigue dentro de los esquemas pecaminosos institucionales, cómplice del pecado institucional. Por eso, no es tan importante azotarse, echarse cenizas en la cabeza, usar un cilicio, y cosas parecidas, si no hay conversión de vida, que es lo importante.
Uno puede ayunar y usar un cilicio si así lo desea, pero siempre como una expresión de la conversión de vida.
Invito al lector a ver mis apuntes de años anteriores: 2016, 2014, 2011, 2009
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