Ir al contenido principal

4° Domingo de Cuaresma, Ciclo A

 


En el evangelio de hoy Jesús cura a un ciego de nacimiento. Necesitamos que Jesús cure nuestras cegueras.

En la primera lectura (1 Samuel 16,1b.6-7.10-13a) Dios lleva a Samuel para que unja a David como rey de Israel. Al momento que es ungido, el Espíritu de Dios vino sobre David desde aquel día en adelante. 

Podemos pensar varias cosas sobre esta lectura en relación al evangelio de hoy. 

Primero, que David fue llamado por Dios. Él andaba por el monte cuidando los rebaños y allá hubo que irlo a buscar para ser ungido. 

De la misma manera Jesús en cuanto humano fue destinado a su misión desde toda la eternidad, y así en cuanto humano también el Espíritu de Dios vino sobre él al momento de ser bautizado en el Jordán. Al salir a anunciar el Reino de Dios Jesús fue reconocido como alguien especial, lleno del Espíritu de Dios.

El destino de Jesús fue ser el pastor que reuniera a las ovejas dispersas de Israel para volver a formar un nuevo pueblo de Dios. Jesús fue obediente al Padre hasta la muerte en cruz.

En el salmo responsorial reaccionamos a la primera lectura cantando el salmo 23(22), "El Señor es mi pastor, nada me falta". 

En la segunda lectura San Pablo (Efesios 5,8-14) nos dice, "Antes erais tinieblas, pero ahora sois luz por el Señor. Vivid como hijos de la luz". En efecto, Dios nos ha llamado para que saliéramos de la región de la oscuridad y camináramos hacia la luz. Gracias al Espíritu que nos ilumina el entendimiento podemos reconocer en Jesús al Enviado de Dios, la Palabra del Padre, el pastor que nos conduce. 

El evangelio está tomado de Juan 9, 1-41. Jesús ve a un ciego de nacimiento. De seguro estaba a la vera del camino, pidiendo limosna. Siendo ciego, no tenía modo de ganarse la vida. Ahí vemos el misterio del mal en el mundo. ¿Cómo es que Dios permite que alguien nazca ciego y sufra? 

Los discípulos le preguntan, "¿Quién pecó, éste, o sus padres?" Esa podía ser una explicación del sufrimiento de las personas: el castigo por el pecado. En Éxodo 34,7 encontramos que Dios "castiga la maldad de los padres en los hijos y en los nietos, en los bisnietos y en los tataranietos". 

Pero Jesús niega que el ciego de nacimiento sea ciego por algún pecado: ni él pecó, ni sus padres, sino que nació ciego para que se manifestara la gloria de Dios. Esto es, para que Jesús pudiese efectuar el milagro. Entonces hace como una arcilla con polvo y saliva y se la unta en los ojos y le dice que se vaya a lavar a la piscina de Siloé. Cuando el ciego va y se lava, se encuentra curado. 

Los fariseos se molestan muchísimo con esto, porque Jesús curó en sábado y porque no querían admitir que fuese el Enviado de Dios por el testimonio del milagro. Los fariseos estaban espiritualmente ciegos. 

El lector puede leer los detalles del pasaje del evangelio de hoy. Al final Jesús proclama su identidad como Hijo del Hombre ante el ciego que ahora ve. El ciego se arrodilla y dice, "Creo". 

En la persona del ciego nos podemos ver todos nosotros. 

Puse una presentación sobre este domingo en YouTube que puede verse oprimiendo aquí

Están también mis apuntes para este domingo del año 2020 y pueden verse oprimiendo acá.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Pablo, Marcos y Bernabé

Rafael Sanzio, San Pablo predicando en Atenas El 11 de junio se celebra la fiesta de San Bernabé. Se dice que Pablo pudo evangelizar a los gentiles "a través de la puerta que abrió Bernabé". Luego de su conversión, Pablo vino a Jerusalén, pero no fue bien recibido por los hermanos, que no se fiaban de él por haber sido perseguidor de cristianos. (Hechos 9:26–28) Bernabé fue el que buscó a Pablo y entró en conversación con él, desarrolló amistad con él, y lo trajo a la comunidad de los demás hermanos, consiguiendo que confiaran en él. Pablo, Bernabé y Juan Marcos se fueron juntos en un viaje de evangelización. Pero a mitad de camino Marcos se separó de ellos y se volvió. (Hechos 13:13) Los Hechos de los Apóstoles no dan la razón que hizo que Marcos retornara. Es posible que fuese algo completamente normal y explicable. Pero también pudo ser el resultado de un buen altercado con Pablo, que de seguro era bastante fogoso. En una ocasión más tarde Pablo y Bernabé...

Domingo 10 del Tiempo ordinario, Ciclo B

Isaac Van Osten, El paraíso . Adán y Eva están a la distancia, derecha. La primera lectura para este domingo está tomada del libro del Génesis, capítulo 3, versículos 9 al 15. Narra el momento en que Adán y Eva se esconden entre la maleza cuando Dios llega paseándose por el Edén como un hacendado que voltea la finca. Dios los llama y ellos le dicen que tienen miedo a salir porque están desnudos. De inmediato Dios sabe que comieron del fruto prohibido.  El fruto prohibido no fue una manzana, porque en la región de Iraq (donde tradicionalmente se ubica el Edén) no hay manzanas. Eso recuerda la representación de Jesús como un alemán de ojos claros y cabellos rubios. Pero eso no es importante, porque lo importante es el punto del relato. Dios puso una regla y los seres humanos desobedecieron.  Cuando Dios reclama, cada uno se canta inocente. Adán le echa la culpa a Eva; Eva a la serpiente.  De inmediato surgen puntos a meditar. En el Edén no hubo taquígrafo, s...

Las tentaciones de Jesús (en Viernes Santo)

Gustave Doré,  Jesús abandona el Pretorio Al final de la cuaresma vale recordar el comienzo. En el primer domingo de cuaresma el evangelio nos refiere a las tentaciones de Jesús en el desierto. En cuanto hombre esas tentaciones de seguro acompañaron a Jesús durante toda su vida mortal. Con más razón estarían con él al momento de la Pasión y la crucifixión.  En el Jesús tentado somos todos tentados y por eso todos participamos en el triunfo de Jesús. Las tentaciones de Jesús son nuestras tentaciones también. Todavía más serio que el ser tentado por las debilidades del cuerpo, de nuestra biología, están las tentaciones al orgullo, la vanidad, la posibilidad de retar y cuestionar a Dios. La primera tentación de Jesús en el desierto fue la de convertir las piedras en pan, cuando sintió hambre. Sí, fue un asunto de sentir la debilidad del propio cuerpo. Pero el asunto representaba algo más complicado. Pienso que se trata del orgullo del poder, de la vanidad. “Yo ...