«Consolad, consolad a mi pueblo,» comienza la primera lectura, tomada del libro de Isaías, capítulo 40. Dios anuncia por boca del profeta la vuelta del Destierro en Babilonia y la restauración del reino de Israel–Judá.
¿Será que en el siglo 20 se comenzó a cumplir esta profecía con la creación del estado de Israel? ¿Estaremos en los últimos tiempos como piensan algunos fundamentalistas cristianos?
Pero al continuar la lectura nos damos cuenta de que no se trata de una mera descripción histórica, sino que es una descripción llena de imágenes: «…que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor…»
Nos damos cuenta de que se trata de la evocación y anticipación de lo que será un paraíso restaurado sobre la tierra. De ahí que luego hablemos de los tiempos mesiánicos al hablar de lo que describe el profeta. En un futuro llegará el Mesías para inaugurar el reino de Dios en esta tierra como la restauración del paraíso perdido por Adán y Eva.
Esto es lo que expresamos ahora en el tiempo de Adviento, este tiempo de espera por la inauguración del Reino de Dios. Claro, sabemos que, al nacer Jesús, ese Reino ya se inauguró. Eso es algo que captamos por la fe. Nuestra fe es como la de la Virgen y la del Bautista, figuras representativas de la esperanza que tenemos en la resolución final que llegará al fin de los tiempos.
Invito a ver otros apuntes sobre las lecturas de este domingo, del año 2020 (oprimir).
Comentarios