Este año el domingo cuarto de Adviento cae en la misma víspera de Navidad, 24 de diciembre.
El evangelio de hoy y el evangelio de mañana (Navidad) nos presentan ambos de manera explícita el misterio de nuestra fe que ahora celebramos: Jesús como Palabra del Padre.
«Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo, por quien también hizo los mundos; el cual, siendo resplandor de su gloria e impronta de su sustancia, y el que sostiene todo con su palabra poderosa, después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,» nos dice la epístola a los Hebreos 1,1-3.
Esto es lo que celebramos y nos llena de alegría, que Dios no se olvida de nosotros y nos ofrece el camino a la felicidad eterna, que es el mismo Jesús, que nos dijo, «Yo soy el camino» (Juan 14,6). Ahí está: el camino no es vestirse de cierta manera, ni pertenecer a grupos especiales que se sienten que ellos tienen la verdad (como los fariseos), ni tampoco ser de una iglesia u otra. El camino es Jesús mismo, que tuvo compasión, que vino a rescatar y no a condenar.
¿Cómo adorar a Jesús? ¿Cómo acercarse a Jesús? Hagámoslo como los pastores, y como la misma Virgen María (modelo de la fe) que contemplaron desde la sencillez, sin complicaciones; como san José, que guardó silencio y reconoció el misterio de la revelación de Dios.
Invito a ver mis apuntes del año 2020 sobre el 4° domingo de Adviento (pinchar) y también los apuntes para el día de Navidad (pinchar) de ese año.
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