En el evangelio de hoy vemos el tema del rechazo a Jesús
Si en los evangelios de los últimos domingos vimos el poder de Jesús al calmar las olas del mar y la fe de los que se beneficiaron de sus curaciones, este domingo nos damos con los que no vieron en él al ser especial que era. No vieron al Mesías que anuncia la salvación.
En la primera lectura el profeta Ezequiel recibe la encomienda de Dios para ir a los israelitas a predicarles para que no se dejen corromper por los babilonios y los demás pueblos extranjeros, sino que se vuelvan a Dios y le sean fieles. Y ya en ese momento Yahvé anticipa que va a ser una misión sumamente difícil, pero que al menos reconocerán que hubo un profeta que los amonestó. Si no le hacen caso a Dios, al menos sabrán que hubo alguien que les avisó de parte de Dios.
En la segunda lectura san Pablo habla de un emisario de Satanás que lo aguijonea para que no se engría, para que no se crea tan santo. Ese emisario le recuerda que es un pecador con debilidades y eso le obliga a reconocer que lo bueno que hay en él se da por la fuerza del Espíritu, por la gracia de Dios. Es necesario que así sea, para que se vea que no es una obra de Pablo, sino de Dios.
En el evangelio encontramos un episodio que ya vimos en los domingos anteriores, cuando la gente dice que Jesús es uno como ellos, carpintero hijo de carpintero, hijo de María y hermano de sus hermanos. Lo dicen como para quitarle valor a lo que hace y dice, parece. Jesús dice, «No desprecian a un profeta más que en su tierra» y no pudo hacer milagros allí.
Vemos ahí la necesidad de fe en los que se acercan a Jesús. Sin la fe no es posible la salvación.
Invito a ver mis apuntes de años anteriores: 2018, 2021 (pulsar sobre al año).
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