En el evangelio de hoy vemos la multiplicación de los panes y los peces
Jesús llegó anunciando la llegada del Reino de Dios. Sus milagros fueron signos de la llegada del Reino: los ciegos veían, los cojos se enderezaban y caminaban, los enfermos se curaban, los muertos resucitaban. En el evangelio de hoy Jesús hace que una multitud de unas cinco mil personas coman al punto que después sobró la comida. No se trata solamente de un milagro que pone en evidencia su condición divina. También es un augurio de la abundancia del Reino de Dios, en que ya no habrá hambre y necesidad.
Notar que Jesús no bautiza en los evangelios. No pone condiciones a su seguimiento, excepto tener fe en él.
No es que Jesús se puso a distinguir en la multitud entre los que eran pecadores y los que eran santos. No es que puso como condición para beneficiarse del milagro el ser admitidos al grupo de los suyos, excluyendo a los que eran perversos sexuales, los corruptos y mentirosos, los pillos, abusadores y sinvergüenzas. El milagro es representativo del amor de Dios, que se ofrece a todos por igual.
Los fariseos son los que sienten un placer malsano en juzgar y rechazar. Los cristianos se distinguen por comprender y ser compasivos. Así es como se dan los milagros en nombre del señor Jesús.
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En mis apuntes de años anteriores comenté sobre este milagro que evoca el banquete eucarístico, la misa, en que también anticipamos el banquete celestial. Hay católicos tradicionalistas obsesionados con la eucaristía como un objeto de adoración fetichista, que invitan a adorar el pan eucarístico sin mencionar a Jesús. Nuestra adoración es a Jesús, no al pan. Para adorar a Jesús ni se necesita el pan eucarístico, como lo vemos en las otras iglesias cristianas. Por eso la invitación no debe ser a adorar el pan, sino a Jesús presente en el pan. La expresión "cuerpo de Cristo" se refería originalmente a la congregación, a los cristianos, que conformamos el cuerpo místico de Cristo. Es lo que encontramos en la encíclica Mystici Corporis del papa Pío XII, que tanto admiran los tradicionalistas. Como en mis apuntes de domingos recientes, hemos de recordar que Jesús está presente ya en nuestros corazones como templos del Espíritu Santo, igual que en el mismo hecho de nuestra reunión ya que Jesús nos dijo que allí donde nos reunamos en su nombre, allí estará él con nosotros. Jesús es el objeto de nuestra fe, no unos usos y costumbres medievales que hoy ya no tienen el mismo sentido que otrora. Es más importante ser cristianos, que católicos y esto dicho, ello no ha de tomarse en sentido anticatólico.
Invito a ver mis apuntes para este domingo de años anteriores, del 2018 y el 2021 (pulsar sobre el año).
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