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Domingo 1° de Adviento Ciclo C


 El tema de este domingo es prepararnos para la llegada de Jesús

La predicación original de Jesús y de los primerísimos cristianos se dio en el contexto del fin de los tiempos. 

El pueblo de Israel no le fue fiel a Dios y multiplicó sus crímenes e idolatrías. Así, Dios los abandonó y fueron invadidos por sirios y babilonios y expulsados de sus tierras. Al convivir con los paganos muchos abandonaron su identidad y hasta olvidaron su propia lengua, el hebreo. En tiempos de Jesús ya el hebreo no existía y la lengua de los israelitas era el arameo y el griego. En el siglo 20, en el estado nuevo de Israel, se comenzó un esfuerzo por resucitar el hebreo. 

Pero en medio de aquel desastre y aquella calamidad nacional hubo un Resto fiel que se mantuvo en su identidad hebrea reconociendo a Dios y siguiendo sus leyes. La Alianza original, la de Moisés, quedó abolida ante la infidelidad del pueblo, pero ahora en el Exilio y en el Destierro y en la Dispersión del pueblo, Dios proclamó una Nueva Alianza por boca del profeta Jeremías y anunció la restauración de Israel y la llegada de los tiempos mesiánicos por boca del profeta Isaías y otros Profetas como Amós, Joel, Malaquías, Ezequiel, así. 

Ya desde el llamado a Abrahán a ser el padre del pueblo hebreo Dios anunció la salvación para la humanidad entera a través de su pueblo escogido. Anunció que vendrían de todas partes del mundo a unirse al pueblo de Israel para incorporarse al reino feliz de los últimos tiempos. 

Esto es lo que evocamos este domingo, este plan de Dios para la salvación de todos los humanos. Debemos estar prevenidos. De la misma manera que hay que prepararse para la llegada de un huracán, así también hay que evitar que la llegada de Dios nos coja desprevenidos. El plan de Dios se cumple con la llegada de Jesús. Con su predicación, sus milagros y su resurrección se anuncia el perdón de los pecados; ya el Reino está con nosotros. Para entrar al Reino, Dios pide la conversión de nuestro modo de vida. Dejemos el egoísmo y comencemos a prestar atención a las necesidades de los demás. Es lo que pide san Pablo en la segunda lectura de hoy. Dios ha concedido un tiempo para darnos la oportunidad de recapacitar sobre nuestras vidas. Entonces Jesús volverá en poder y majestad y entonces será que llegará el Final. 

Notar que Dios nos amó primero y no pide sacrificios y expiaciones. No pide nada a cambio. No pide que nos azotemos o que ayunemos. Sólo pide la conversión de vida, que nos volvamos a él, que vivamos de acuerdo a su ley de amor (amor a Dios y al prójimo). 

El Juicio Final, el fin del mundo, le llega a cada uno al momento de su muerte. En el evangelio Jesús nos alienta, "levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación". El encuentro con Jesús, la llegada del Justo Juez no tiene que ser motivo de tristeza o desespero, sino de alegría. 

Eso es lo que implica el Adviento, que nos recuerda mantenernos en vela y vueltos hacia Dios, de manera que cuando nos sorprenda su llegada (la muerte) eso sea motivo de alegría. Dios no se fija en nuestros pecados, sino en nuestro amor. 

Esta es la alegría de la Navidad, que Dios nos amó primero y que no pide otra cosa que nos volvamos a él de todo corazón como hizo el hijo pródigo. Esto es lo que celebramos, si vamos a ver. 

Invito a ver mis apuntes de años anteriores, del 2015, 2018, 2021 (oprimir sobre el año). 



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