Pieter Brueghel el Joven, Boda
El tema de este domingo es el Reino de Dios como un banquete de bodas.
La primera lectura de hoy está tomada del profeta Isaías 25,6-10a. «Aquel día, el Señor de los ejércitos preparará para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos,» comienza Isaías en la lectura de hoy. Se refiere al banquete mesiánico cuando Dios preparará una gran fiesta en Jerusalén sobre el monte Sión, a la que serán invitados todos los pueblos. «Aniquilará la muerte para siempre. El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y el oprobio de su pueblo lo alejará de todo el país.» Todos los israelitas celebrarán porque habrá llegado la salvación, porque «La mano del Señor se posará sobre este monte».
El salmo responsorial responde a la primera lectura con versículos del salmo 22(23),1-3a.3b-4.5.6. «El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.» Y más adelante evocamos con el salmo la imagen del banquete: «Preparas una mesa ante mi, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.»
La segunda lectura de hoy continúa la lectura de la carta de San Pablo a los Filipenses, capítulo 4,12-14.19-20. «Nada os preocupe,» nos dijo el Apóstol el domingo pasado. La oración es poderosa y por eso hemos de confiar en Dios plenamente. No importan las desgracias, como las que afligieron al pueblo de Israel. Dios siempre está con nosotros. Baste buscar el reino de Dios y su justicia, «Y el Dios de la paz estará con nosotros».
Esa es la tranquilidad de los justos que temen a Dios y caminan con él y él camina con ellos. «Todo lo puedo en aquel que me conforta,» dice San Pablo. Qué importa la pobreza o la riqueza, que da lo mismo la abundancia que la privación. Lo más importante en nuestra vida es Cristo Nuestro Señor. En pago a nuestra generosidad y fidelidad, «Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su espléndida riqueza en Cristo Jesús». De esa manera Pablo termina el pasaje de hoy alabando a Dios por todo lo bueno que es para nosotros.
El evangelio de hoy continúa la lectura de San Mateo, en el capítulo 22,1-10. Jesús le cuenta otra parábola a los ancianos y a los sumos sacerdotes. A ellos, los líderes de Israel, es que les presenta esta parábola. «El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo.» Es la imagen mesiánica de la primera lectura de Isaías. Tanto en Isaías como en el evangelio de hoy, se trata de un modo figurado de hablar.
Dios invita a todos al Reino y el Reino es como un banquete de bodas. Pero la mayoría de los que escuchan la invitación no hacen caso. Nótese lo siguiente.
- No es que nosotros lo buscamos y nos inventamos un Dios a nuestra conveniencia.
- Es Dios que sale a buscarnos y a invitarnos.
- Dios llamó a su pueblo escogido.
- Pero los hebreos no le fueron fieles.
- Fueron como una esposa que le da la espalda al marido y se busca amantes por la calle.
- Es lo que denunció el profeta Oseas. Los israelitas se buscaron otros dioses, los baales canaanitas, y así. También adoraron las imágenes de vanidad y de riqueza como los que hoy día idolatran las marcas y gustan de mostrarlas, como la suela roja de los zapatos de mujer. Hay una especie de género cinematográfico, la pornografía de la riqueza podríamos llamarle.
- Los israelitas fueron tan tontos como los invitados a la boda del rey de la parábola que Jesús cuenta. Ni tan siquiera se animaron a ir a comer y beber de gratis.
- Los que escucharon a Jesús entendieron bien lo que les decía.
- Los que no quisieron escuchar de la invitación fueron los mismos israelitas, para empezar.
- Por eso Dios montó en cólera y los castigó.
- «El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad».
- En la parábola Jesús se está refiriendo a la destrucción del Reino del Norte (Israel) y luego la deportación a Babilonia de los habitantes del Reino del Sur (Judá).
- En la parábola Jesús les llama «asesinos» («envió sus tropas que acabaron con aquellos asesinos») porque los invitados llegaron a matar a los mensajeros que les llevaban la invitación.
- Eso, como lo entendieron los que le escuchaban, se refería a los que mataron y maltrataron a los profetas en la historia de Israel.
- Los cristianos posteriores también pudieron entender eso de las tropas que acabaron con aquellos asesinos, como la destrucción del templo de Jerusalén a manos de los romanos en el año 70 después de Cristo.
- Ya que los israelitas no respondieron ahora el rey envía su invitación a todos los que quieran venir al banquete.
- «La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían,» dice el rey. Y entonces ordena a los criados, «Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda».
- De esta manera todos hemos podido recibir la invitación para entrar al Reino de Dios en el que encontramos la satisfacción a todas nuestras preocupaciones y dificultades.
- Ya el Reino de Dios no es sólo patrimonio del pueblo hebreo, sino de toda la humanidad en Jesús Nuestro Señor.
Hasta aquí llega la tercera lectura de hoy en su versión corta.
****La eucaristía, anticipo del Reino.
(El evangelio de este domingo tiene dos versiones, una corta y otra larga. La versión corta termina en el versículo 10 del capítulo 22 de San Mateo. En la versión larga se continúa la lectura hasta el versículo 13.)
En la continuación se nos dice que el rey entró a la sala del banquete y notó que uno de los comensales no llevaba el traje de boda. De inmediato ordena que los aten de pies y manos y lo arrojen afuera a las tinieblas, donde sólo hay llanto y crujir de dientes. Y entonces termina: «Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos».
La Biblia de Jerusalén propone una serie de explicaciones sobre el evangelio de hoy, que ahora comparto con los lectores.
- Los rasgos alegóricos, como apuntado, están claros.
- El rey que organiza el banquete es Dios.
- El banquete es la felicidad mesiánica.
- El hijo del rey es Jesús, el Mesías.
- Los enviados son los profetas y más tarde, los apóstoles.
- Los invitados que no hacen caso y hasta atacan y matan a los enviados, son los israelitas o los judíos.
- Los llamados de los caminos son los pecadores y los gentiles.
- La sección final de la versión alargada de la lectura de hoy (Mateo 22,11-13) parece ser otra parábola aparte que Mateo juntó con la anterior.
- El tema del rey que llega de improviso y descubre que alguien no debía estar allí y lo arroja al «infierno» o al exterior es un tema que más bien pertenece al tema del Juicio Final.
- La idea de estar preparado para el banquete (el comensal que se sentó sin el vestido de boda, que no estaba preparado) es un tema más bien asociado al Adviento y a otras parábolas como las de las vírgenes necias.
- Estar preparado para la llegada del fin implica la conversión de vida como anunciada por el Bautista y el haber recibido el bautizo del Espíritu como anunciado por Jesús.
- Pero, de igual manera, estar preparado implica tener una fe que se expresa en el estilo de vida y en las buenas obras. La Biblia de Jerusalén remite a Mateo 3,8; 5,20; 7,21; 13,47; 21,28.
- A lo anterior se puede añadir el entendido entre los primeros cristianos de la vestimenta del bautismo como el vestido apropiado para entrar al banquete del Reino.
- Finalmente, el pronunciamiento de que «muchos son los llamados y pocos los escogidos» puede también tomarse como referido a los israelitas y los judíos.
- A fin de cuentas sólo quedó un «resto fiel» en medio de las vicisitudes de su historia, mientras que los demás se fueron a la Dispersión, se dispersaron y no se supo más de ellos. Ver Mateo 24,22; Isaías 4,3; Romanos 11,5-7.
- Ahora los cristianos constituyen ese resto fiel que queda luego de las vicisitudes de la historia del judeo-cristianismo.
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