En el evangelio de hoy Jesús comienza a revelarse como el Enviado de Dios al expulsar un demonio en plena sinagoga.
Anteriormente la revelación de Jesús como Mesías se dio con la Adoración de los Magos, con el bautismo en el Jordán, con el milagro de la transformación del agua en vino en las bodas de Caná. En los últimos dos domingos los primeros discípulos simplemente lo reconocieron con mirarlo y así le siguieron. Este domingo el mismo demonio por boca del poseído lo reconoce. «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios», le dice.
De seguro se corrió la voz y muchos hablaban de lo que pasó en la sinagoga. Nosotros también sabemos de lo sucedido por boca de los que lo cuentan (los evangelios). Más tarde a ese mismo Jesús Nazareno lo crucificaron y también nos enteramos como muchos en aquel entonces, por lo que nos cuentan. Pero por la gracia de la fe sabemos lo que sucedió, que ciertamente Jesús es el Enviado, algo que se comprobó cuando demostró autoridad para expulsar demonios. Creemos lo que luego también nos han contado, que resucitó y sigue con nosotros.
Invito a ver mis apuntes sobre las lecturas de este domingo, del año 2020.
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