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Domingo 30 del Tiempo Ordinario Ciclo B

 


En el evangelio de hoy Jesús cura a un mendigo ciego.

La primera lectura de hoy (Jeremías 31,7-9) anuncia la vuelta del Destierro, cuando un grupo de israelitas volvieron a Jerusalén y comenzaron la reconstrucción del templo, unos quinientos años antes de Cristo. Es un anuncio gozoso y dice que volverán entre consuelos, porque Yahvé no se olvidó de su pueblo. «Seré un padre para Israel,» dice el Señor por boca del profeta.

El salmo responsorial (salmo 125) se hace eco de esa alegría. «Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sion, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares.»

La segunda lectura (Hebreos 5,1-6) continúa con la lectura del texto de la carta a los Hebreos repartido entre estos domingos anteriores y los siguientes. Enfatiza el sacerdocio de Cristo, mediador nuestro ante el Padre. Esa dignidad sacerdotal no la asumió él por su cuenta, sino que le fue concedida por Dios que le dijo, «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy»; o, como dice en otro pasaje: «Tú eres sacerdote para siempre según el rito de Melquisedec».

En el evangelio continúa con la lectura del texto de san Marcos (10,46-52). Jesús está saliendo de Jericó, que en aquel tiempo era una ciudad muy importante, camino a Jerusalén. El ciego era un mendigo sentado a la orilla del camino y cuando se entera de que Jesús está pasando empieza a llamarlo con fuertes gritos, de manera que consigue la atención de sus discípulos. Jesús se detiene y pide que se lo traigan. El ciego da un salto y le implora que lo cure. «"Rabbuní", que recobre la vista», le dice. «Jesús le dijo: “Anda, tu fe te ha salvado”. Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.»

Las curaciones que Jesús hace son una señal de que el Reino de Dios está con nosotros, ha llegado. Pero las curaciones requieren de la cooperación de los que van a ser curados. En todas las curaciones notamos ese ingrediente de la fe de la persona que pide ser curada. 

Algo así también podemos decir de la llegada del Reino. Se necesita nuestra fe y cooperación para que el Reino se haga una realidad.

Invito a ver la reciente encíclica del papa Francisco sobre el Corazón de Jesús (pinchar para verla). También invito a ver mis apuntes del 2015 y 2018, un tanto extensos. 


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