El día primero del Año Nuevo se dedica a la contemplación de Jesús como Dios encarnado gracias al consentimiento de María a ser Madre de Dios, Madre del Salvador.
Gracias a su buena disposición, María hizo posible que Jesús naciera, y así logró la salvación para ella y para nosotros. Dios la predestinó para jugar ese papel y ella cooperó con el plan de Dios. De esa manera ella es modelo de fe y de fidelidad para nosotros.
Uno no es dueño de su cuerpo, ni de la sociedad, ni de la circunstancia histórica en que a uno le toca vivir. En los primeros meses y años de nuestra vida aprendemos a caminar y aprendemos a hablar, de la misma manera que alguien aprende a nadar. No es asunto de pensar, sino de tirarse a vivir como quien se tira al agua. Vamos aprendiendo cómo manejarnos dentro del mundo y la circunstancia en que estemos. Así también aprendemos a reconocer a Dios que nos interpela de tantas maneras. En ese sentido Jesús nos enseña cómo responder a nuestra realidad y ese es el camino al Padre. El encuentro con Jesús es el encuentro con el Padre. Si vamos a ver, ese fue el mismo camino de María ante el anuncio del ángel y la propuesta de ser la madre del Salvador. Podemos manejar la realidad y manejarnos con la realidad a la manera con que ellos lo hicieron.
¿Qué debemos hacer? —le preguntaron al Bautista. "El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo." (Lucas 3,11) El lector puede ir y cotejar: Jesús no dice que hay que azotarse y tener un complejo de culpabilidad. Dice que hay que cambiar de actitud, dejar de ser egoísta y comenzar a pensar en los demás. Así, Jesús describe el Juicio Final hablando de las obras de misericordia (Mateo 25,32 y versículos siguientes): «Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis…».
Puede que en nuestro corazón hayan rencores y resentimientos, porque la vida no es cosa fácil. Pero podemos encontrar con Jesús el camino a la bondad y a la sana convivencia con los demás. Es lo que papa Francisco ha subrayado al instituir una puerta santa en la cárcel de Rebibbia (Italia), que simboliza el perdón que Dios ofrece a todos, la Salvación que se ofrece a todos.
Y esto, gracias a que María estuvo de acuerdo con ser la Madre del Salvador, cuando Dios decidió ofrecernos esa salvación pidiendo sólo que hagamos como María, que estemos de acuerdo y enfoquemos nuestra vida en dirección del amor al prójimo.
Invito a ver mis apuntes sobre esta fecha, del año 2015 (oprimir).
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