El día primero del Año Nuevo se dedica a la contemplación de Jesús como Dios encarnado gracias al consentimiento de María a ser Madre de Dios, Madre del Salvador. Gracias a su buena disposición, María hizo posible que Jesús naciera, y así logró la salvación para ella y para nosotros. Dios la predestinó para jugar ese papel y ella cooperó con el plan de Dios. De esa manera ella es modelo de fe y de fidelidad para nosotros. Uno no es dueño de su cuerpo, ni de la sociedad, ni de la circunstancia histórica en que a uno le toca vivir. En los primeros meses y años de nuestra vida aprendemos a caminar y aprendemos a hablar, de la misma manera que alguien aprende a nadar. No es asunto de pensar, sino de tirarse a vivir como quien se tira al agua. Vamos aprendiendo cómo manejarnos dentro del mundo y la circunstancia en que estemos. Así también aprendemos a reconocer a Dios que nos interpela de tantas maneras. En ese sentido Jesús nos enseña cómo responder a nuestra realidad y ...
Carlos Ramos Mattei