Giotto, Entrada a Jerusalén Jesús, en cuanto hombre, no conoció a plenitud el designio del Padre – igual que nosotros. Sólo supo que su destino era ser signo de la Nueva Alianza, de la nueva misericordia del Padre. Intuyó que, como tal, le tocaba enfrentarse a la ira de los dirigentes religiosos del pueblo judío. En cuanto hombre, quién sabe si Jesús se preguntó también si no era incompatible la dignidad de su divinidad con el sometimiento a aquellos imbéciles y tontos que planeaban arrestarle. Quién sabe si también se preguntó, en cuanto hombre, cómo sería posible que él pudiese dar vista a los ciegos y poner a andar a lo cojos, expulsar demonios y resucitar muertos y sin embargo, no podría él escapar a la condena a muerte que parecía venirle encima. Después de las discusiones y encontronazos con los fariseos y los escribas y los dirigentes religiosos, estaba claro que la reconciliación con ellos era poco menos que imposible, si no es que ya era completament...
Carlos Ramos Mattei