En el evangelio de hoy se relata la parábola del hijo pródigo. “Pródigo” quiere decir, “botarate”, despilfarrador, manirroto. Es el cuento del hijo que toma su parte de la herencia de su padre y la derrocha irresponsablemente. Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. El hijo cae en cuenta de lo que ha hecho y entonces vuelve a la casa del padre. Llama la atención la figura del hijo pródigo, de ahí la designación tradicional, el nombre que tiene entre las demás parábolas. No obstante, también se presta para verse como la parábola del padre misericordioso, comprensivo. El padre lo que ve es que el hijo volvió. Eso es lo que ve. No ve que fue un irresponsable. Alguien podría decir que es un padre consentidor. Que reciba al hijo y hasta organice una fiesta porque volvió es pasar por alto que fue un sinvergüenza, un bribón, un calavera insensato. Es lo que resiente el hermano cuando ve que hay fiesta en su casa. La parábola también podría llamarse “la del herma...
Carlos Ramos Mattei